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La caza y el deporte, dos términos unidos por la ley y las definiciones históricas

La caza y el deporte, dos términos unidos por la ley y las definiciones históricas

La caza y el deporte, dos términos unidos por la ley y las definiciones históricas

Famosos escritores, filósofos y conservacionistas han vinculado la actividad cinegética con el espíritu deportivo

PAMPLONA – En algunos ámbitos se niega que la caza sea un deporte. Para sustentar esa afirmación, hay que conocer qué es deporte y caza. Hay quienes no quieren aceptar para los cazadores el espíritu deportivo que se mantiene en nuestros días y que busca la mens sana in corpore sano. Sin embargo, la polémica muere desde el mismo momento en el que la caza se considera como deporte en el ordenamiento jurídico y deportivo español. La Real Federación Española de Caza (RFEC) está incluida como entidad deportiva en el Consejo Superior de Deportes, y en todas las comunidades, las federaciones de caza forman parte del entramado de entidades deportivas de las consejerías de deportes.

La actividad cinegética no es solo un deporte milenario, sino que, en cada época, ha sido otras muchas cosas que la han engrandecido y que la hacen muy recomendable. No obstante, algunos confunden competición con deporte. Es obvio que entre las casi 40 modalidades de caza y alrededor de 75 métodos que utilizan los cazadores, cada uno de ellos requiere diferente esfuerzo e intensidad deportiva.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE) define al deporte como «recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre y desinteresadamente». También añade juego o competición, que, por cierto, es la única acepción que estima la UNESCO. El barón Pierre de Coubertin lo consideró como «el culto voluntario del ejercicio muscular que puede llegar hasta el riesgo». El nobel Ernest Hemingway aseguró que solo son deportes los que ponen la vida en riesgo, ya que todo lo demás es un juego. Otro nobel, el etólogo Konrad Lorenz, calificó al deporte como una lucha ritualizada que cumple la importante tarea de enseñar al ser humano a dominar conscientemente las reacciones instintivas en el combate. Esto demuestra que siempre se ha definido al deporte como «el esfuerzo voluntario y agradable, sin recompensa asegurada, que se practica habitualmente al aire libre. El deporte de competición se realiza siempre adaptado a una normativa».

Las competiciones sobre especies cinegéticas se regulan por las entidades deportivas con los reglamentos editados por la RFEC. Las desarrolladas con especies de caza se realizan casi todas con perro, algunas exclusivamente, y la mayoría de ellas, con armas de fuego o arco. También hay algunas con aves de cetrería y con reclamo de perdiz macho.

Con respecto a la caza, se trata de una actividad que, a lo largo de la historia, ha tenido diferentes definiciones y fines. El DRAE dice que cazar es coger, buscar o seguir a las aves, fieras y otras muchas clases de animales para cobrarlos o matarlos. Las leyes de caza de 1902 y 1970, y las autonómicas actuales, definen la caza lícita como la que ejercita el hombre mediante artes, armas y medios para buscar, atraer, perseguir o acosar a los animales legalmente definidos, con el fin de darles muerte, apropiarse de ellos o facilitar su captura por terceros.

Hay variadas definiciones de caza por parte de los clásicos, algunas muy significativas, como las de Platón («cazase a los animales del campo, las aves del cielo y los peces del agua, y cazasen los hombres unos a otros, bien a través de la guerra o de la amistad»), Adriano («la caza es una actividad extrañamente leal comparada con las emboscadas de algunos hombres») o Cervantes («antes os engañáis Sancho€ hay en la caza estratagemas, astucias;€ padécense en ella fríos grandísimos y calores intolerables; menoscábase el ocio y el sueño; € y cuando seáis gobernador, ocupaos en la caza, y veréis cómo os vale un pan por ciento»).

Entre las múltiples citas a la caza que la definen como deporte no pueden faltar quienes con mayor autoridad y densidad la han descrito. Dice Delibes en La caza de la perdiz roja que «el proceso de la caza ha culminado en nuestro tiempo con la democratización de este deporte». Otra autoridad imprescindible, Ortega y Gasset, filosofa con que «descargada de su forzosidad, la caza se eleva a deporte», y da matices con múltiples sentencias, tal como «en rigor, el sentido de la caza deportiva no es elevar al bruto hasta el hombre, sino algo mucho más espiritual que eso: una consciente y como religiosa humillación del hombre que liga su prepotencia y desciende hacia el animal». Una definición convincente es la de un conservacionista y cazador como Félix Rodríguez de la Fuente, que aseveró que «la caza siempre ha exigido del cazador esfuerzo físico y agudeza mental, y, en cuanto la caza contribuye a desarrollar los músculos y afinar los sentidos, es para el cazador una actividad noble y deportiva».

En conclusión, la caza tiene, entre otros, estos condicionantes: es una actividad que requiere esfuerzo; que se hace voluntariamente y de manera agradable; que no se asegura ninguna recompensa; que se ejercita al aire libre; y que está sometida a normativa. Es una idéntica definición de la de deporte, con la que tiene una evidente sinonimia, sin necesidad del aval definitorio que le han concedido la ley y los más ilustres filósofos, escritores y conservacionistas a lo largo del tiempo.

Fuente. noticiasdenavarra.com

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