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Miguel Delibes, biólogo en Córdoba: «Es perfectamente compatible ser cazador y ecologista»

Miguel Delibes, biólogo en Córdoba: «Es perfectamente compatible ser cazador y ecologista»

El científico, nieto del escritor Miguel Delibes, trabaja en el Instituto de Estudios Sociales Avanzados

Pocos pueden decir que, entre los libros de literatura obligatorios en el instituto, figuraba indefectiblemente la obra de su abuelo. Miguel Delibes Mateos sí. De hecho, aún recuerda con rubor el día en que la profesora lo hizo salir a la pizarra, le extendió la mano ante toda la clase y lo felicitó por el Premio Cervantes que acababa de recibir el padre de su padre. Luego lo expuso a las preguntas de los compañeros. Y, claro, ninguna de ellas tenía que ver con la soberbia obra literaria de uno de nuestros mejores novelistas contemporáneos. Los chicos tenían sumo interés en conocer de qué equipo de fútbol era su abuelo o cuánta propina le daba. Normal.

Pero Miguel Delibes Mateos no viene hoy a nuestras páginas por ser nieto de quien es. Que también. Sino por su fructífera trayectoria como biólogo, que desarrolla desde hace años en su plaza de investigador en el Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) con sede en Córdoba.

Y qué hace un biólogo en un centro de estudios sociales?
Hace casi quince años ya participé en un proyecto europeo donde trabajaban sociólogos, economistas y politólogos para intentar entender la sostenibilidad de la caza en Europa. Nos dimos cuenta de que los trabajos que hacíamos nosotros, fundamentalmente ecológicos o biológicos, tenían poca trascendencia porque no considerábamos esa dimensión social.

¿Y se llevan bien esas dos patas del problema: la actividad cinegética con la defensa del medio ambiente?
No necesariamente tienes que defender la caza o estar en contra. En medio hay un abanico de posibilidades. Si la alternativa es sustituir la vegetación natural por una agricultura intensiva, yo preferiría que se siga cazando. Si me pregunta por la caza en una cerca donde se está introduciendo artificialmente centenares de jabalíes o venados para dispararle no me parecería una actividad defendible.

Mi abuelo me enseñó la pasión por el aire libre, por disfrutar y conocer el campo. Y el respeto

Su abuelo era cazador y ecologista.
Mi abuelo y mis tíos eran cazadores y tienen un conocimiento de la naturaleza impresionante. Me han enseñado mucho. Yo iba con ellos sin escopeta y cada salida de caza era un aprendizaje impresionante. Es perfectamente compatible ser cazador y ecologista.

¿Y qué aprendió de su abuelo?
La pasión por el aire libre, por disfrutar y conocer el campo. Y el respeto. Eso nos lo transmitió a todos. En cuanto podíamos, salíamos con él a cazar, a pasear, a aprender y a valorar el medio ambiente. Seguimos yendo a un pueblo de Burgos, ya casi abandonado, y es lo que más nos gusta del mundo.

¿Cómo es la salud de nuestros ecosistemas?
Yo no me considero un experto de la salud ambiental global. Hay expertos más dramáticos y otros menos. Aunque todos coinciden en que vivimos una mala época desde el punto de vista ambiental por el crecimiento de la población, el desarrollo de la tecnología, el calentamiento, el uso excesivo del agua o las especies invasoras. Todo esto está repercutiendo negativamente en los ecosistemas. También es cierto que se hacen más esfuerzos ambientales, que hay más espacios protegidos y que se intenta compensar el deterioro.

¿Las cifras nos invitan al optimismo?
De manera general, diría que no. Los modelos del cambio climático sugieren que va a ir a peor.

¿El hombre es el peor enemigo del planeta?
Una pregunta difícil. No sé si diría el hombre en primera persona, pero el crecimiento insostenible de la población provoca muchos de los problemas ambientales. Implica una mayor extracción de los recursos y desigualdades. Es una cuestión peliaguda.

Su padre fue precursor del ecologismo político en los ochenta. ¿Sigue usted sus pasos?
Siendo un poco autocrítico, la generación ambientalista predecesora estaba mejor formada. El contacto de la infancia con la naturaleza es mucho menor ahora. Antes se cogían cangrejos, se salía a buscar pájaros y se tenía un contacto permanente y un conocimiento que es difícil obtener a través de los libros.

¿Cuanto más investiga sobre biodiversidad más pesimista se levanta?
La biodiversidad tiene sus problemas pero muchas veces más difícil es ponernos de acuerdo para resolverlos que el problema en sí mismo. Otro caso polémico es el lobo y la decisión de declararlo de protección especial. El mayor problema no es ambiental sino social.

Por cierto, acaban de prohibir la caza del lobo en toda España. ¿Vamos bien o vamos tarde?
Con los datos que hay, unos expertos interpretan que ha crecido muchísimo la población y otros dicen que no lo suficiente. No me atrevo a evaluar la situación ecológica. Lo que está claro es que como se han hecho las cosas no es la mejor manera. Cuando se imponen las decisiones desde arriba, lo normal es que la parte agraviada responda.

¿Qué habría que haber hecho?
Ya sé que es muy difícil, pero, al menos, tomar una decisión que cuente con menor oposición de determinados colectivos. Ha creado más tensiones de las que había. Eso pone de manifiesto la necesidad de las ciencias sociales. La solución, desde luego, no va a ser ideal para nadie.

La Junta de Andalucía cifra aquí en 50 ejemplares los lobos y otros expertos aseguran que ya no queda ninguno. ¿Quién dice la verdad?
Gente que ha trabajado en Sierra Morena asegura que desde hace 20 años no tienen constancia de que haya ninguno. 50 me parecen demasiados.

Sin embargo, la Junta ha votado a favor de la caza.
Son cuestiones políticas y estratégicas. Otra muestra de la necesidad de entender esa dimensión humana de las decisiones.

¿El proyecto del lince en Sierra Morena es una historia de éxito?
Sin duda. Es verdad que ha costado mucho esfuerzo y se ha invertido mucho dinero, pero se ha conseguido revertir una situación dramática de una especie que pensábamos que se podía extinguir en pocos años. Ahora hay una población más o menos saludable. Ahora bien: parte de los riesgos que existían siguen existiendo. Uno de los problemas son los atropellos.

¿Cuál ha sido la clave del éxito?
Una ha sido el programa de cría en cautividad. Se ha conseguido que se establezcan con éxito en el campo.

¿Y por qué hay que salvar al lince?
Primero por orgullo. Haberse extinguido en España un carnívoro del valor del lince es para sentirnos tristes con nosotros mismos. Hay razones también de índole natural. Un superdepredador, como puede ser el lobo, tiene su papel en el ecosistema como regulación de presas. Eliminar a un depredador de ese nivel podría conllevar otros problemas. Mi padre decía que perder una especie es como si se pierde una pieza del lavaplatos. Se le cae un tornillo y sigue funcionando. Dices: «Bueno, no pasará tanto». Luego se cae la tuerca, empieza a vibrar demasiado y llega un momento en que deja de funcionar.

Y el lavaplatos del planeta ha perdido muchas piezas ya.
Sin duda. Por eso hay tantos problemas. No solo ha perdido especies, sino que ahora se están metiendo otras invasoras que acaban con las originales.

¿Qué tiene Sierra Morena que no tengan otros sistemas montañosos?
Es uno de los sitios mejor conservados de los ecosistemas mediterráneos. Hay zonas de alto valor ambiental con especies, no solo linces, sino águilas imperiales o buitres negros. Y tiene una extensión considerable.

¿El vallado cinegético amenaza la sostenibilidad de las sierras del sur?
Que no se puedan mover especies cinegéticas es uno de los ejemplos de caza que a mí no me gusta. De hecho, en muchas fincas llaman reses a los venados.

¿Y por qué hay que proteger el medio ambiente?
La salud de nuestros ecosistemas es importante para la calidad del sitio en que vivimos. Está demostrado que los ecosistemas nos proporcionan servicios que tienen que ver con la calidad del aire, del agua, de los aprovisionamientos, y también desde el punto de vista estético y moral.

¿Qué le pide a la consejera del ramo?
Que apueste realmente por la conservación y se involucre en proyectos como el lince y los espacios protegidos. Que sea consciente de que es necesario incidir en toda esta política de conservación porque nos beneficiará a todos.

Fuente. sevilla.abc.es

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