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La naturaleza y los cazadores

A pesar de ser un territorio pequeño, densamente poblado y con un alto grado de intervención debido a nuestro desarrollo urbano e industrial de las últimas décadas, no debemos olvidar que Euskadi dispone de un valioso patrimonio natural. Nuestro territorio presenta una biodiversidad referente en Europa, superando en números a otros países de nuestro entorno. El País Vasco supone algo menos del 1% del territorio de la Unión Europea y alberga aproximadamente el 35% de los hábitats de interés europeo, el 21% de las especies de fauna y el 2% de las de flora, dentro de las cuales se encuentran a 14 hábitats y 4 especies de interés prioritario para el continente. Estos datos nos ayudan a dimensionar la gran importancia que tiene nuestro territorio y las joyas que albergamos.

Esos hábitats albergan una variedad singular de especies. En ellos se ubican algunas de las especies más emblemáticas de nuestro patrimonio natural: la ranita meridional; águila perdicera, quebrantahuesos o el milano real; el cangrejo de río común; la libélula; el murciélago del bosque, la nutria euroasiática o el visón europeo; la lamprea; o plantas con flores como las droseras, el pie de gato, el geranio de roca, el nenúfar blanco o el acebuche.

La ciudadanía vasca disfruta de una relación ancestral con la Naturaleza. Durante siglos han perdurado costumbres y usos que, integrados en la cultura vasca, han dado sentido a muchas de nuestras tradiciones. Numerosas leyendas y mitos asociados con la Naturaleza y sus elementos como Mari, Basajaun o las lamiak son parte de esas zonas. Veneramos árboles e incluso algunos animales del mundo rural como los murciélagos o las abejas cuentan con un espiritual significado. Todavía perduran costumbres asociadas a los elementos, como las relacionadas con las cosechas o los solsticios y ahí están los levantamientos del mayo para contarlo. Hasta hace poco más de un siglo nuestro pueblo ha sido rural y marinero, y todavía sigue siéndolo, aunque menos.

Los paisajes que ahora asociamos como nuestros son fruto de siglos de convivencia de la naturaleza con esos usos y tradiciones. Somos herederos del legado que nos dejaron nuestros ancestros y es nuestra responsabilidad mantenerlo para las generaciones futuras. Tal vez, con la llegada del progreso insostenible, en las últimas décadas hemos relegado a un segundo plano ese patrimonio dando la espalda al mundo rural y a la biodiversidad. Hay quien ha confrontando progreso con conservación del medio y ello ha podido desligar la conexión secular del pueblo vasco con la naturaleza y su entorno. Afortunadamente, el mundo rural ha seguido conviviendo con ella y manteniéndola.

Mujeres y hombres pastores, agricultores y baserritarras, han mantenido vivos el medio natural y rural. Y los cazadores, también, aunque también han tenido su evolución a lo largo de las últimas décadas. Es muy necesario, en este sentido, ser más conservacionistas. Se precisa una mayor implicación del colectivo de cazadores en la conservación de la Naturaleza y los hábitats de especies cinegéticas autóctonas, y en identificar correctamente las malas prácticas de caza y no en premiarlas o publicitarlas, ni mucho menos promoverlas, como se viene haciendo en algunos casos.  Sólo así se conseguirá que su actividad sea respetada.

El colectivo de cazadores debe asumir mayor protagonismo en la gestión del medio natural. Hay que tender al equilibrio entre afición y deber, acercándose más a una sociedad no cazadora, que, hoy por hoy, no entiende el papel de la caza como elemento de preservación de la naturaleza. El único futuro posible para la actividad cinegética es el de la sostenibilidad, dejando la caza intensiva, de bote, industrial, relegada a puntos muy concretos. Si ese tipo de caza se impone, va a chocar frontalmente con la conservación de los terrenos naturales, y no va a ser admitida.

La caza debe convencer a la sociedad de su compatibilidad y su contribución real a la conservación. Si no lo consigue, la sociedad apostará claramente por la conservación en contra de la caza.

Químico y periodista especializado en temas medioambientales. Premio Nacional de Medio Ambiente 1998, que otorga el Ministerio y Premio Gonzalo Nardiz 2002 del Gobierno Vasco por su trayectoria destacada en la difusión e investigación en temas de conservación de la naturaleza. Miembro de Naturtzaintza-Consejo de Conservación de la Naturaleza de la Comunidad Autónoma del País Vasco, adscrito al Departamento de Agricultura y Medio Ambiente del Gobierno Vasco.

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Químico y periodista especializado en temas medioambientales. Premio Nacional de Medio Ambiente 1998, que otorga el Ministerio y Premio Gonzalo Nardiz 2002 del Gobierno Vasco por su trayectoria destacada en la difusión e investigación en temas de conservación de la naturaleza. Miembro de Naturtzaintza-Consejo de Conservación de la Naturaleza de la Comunidad Autónoma del País Vasco, adscrito al Departamento de Agricultura y Medio Ambiente del Gobierno Vasco.

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