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Respeto por la caza

Cuando hace ya varias semanas saltó a la prensa generalista la foto del consejero de Turismo de Baleares con unos testículos de venado en la cabeza y la cara ensangrentada, el teléfono de nuestra redacción no tardó en sonar. Compañeros de una cadena de televisión nacional nos llamaron para que, desde esta revista, explicásemos en qué consistía el ritual iniciático que, según ellos, cumple todo cazador al estrenarse.
 
La premura que exigía la grabación y el hecho de encontrarnos en pleno cierre de la revista impidieron que finalmente pudiésemos atender su petición. Y, si he de serles sincero, hasta lo agradecí. ¿Cómo explicar a un telespectador que no conoce la caza que eso forma parte de la tradición montera? ¿Cómo defender esa imagen del consejero envuelto en sangre y mondongos con los testículos del venado puestos por montera? Una imagen vale más que mil palabras y, en este caso, por muy bien que uno argumente, jamás podrá justificar esa desafortunada instantánea ante alguien que no esté familiarizado con el mundo cinegético. No se puede y, en mi caso, tampoco me apetece.
 
Soy un firme defensor de las tradiciones, y el noviazgo montero es una de ellas dentro de nuestra riquísima cultura cinegética. Pero sinceramente creo que en muchos casos esa celebración ha degenerado en un espectáculo repugnante en el que parece que se puja por conseguir la imagen más asquerosa y ridícula para el novio en cuestión. Y esto es algo que no beneficia en nada a nuestra respetable montería. El ritual del noviazgo nunca debería excederse de la broma mesurada y simpática con la que fue concebido originalmente. Por muchas razones. En primer lugar porque todo cazador tiene la obligación de cuidar la imagen que ofrecemos al resto de la sociedad de nuestra afición. En segundo lugar por respeto a la propia tradición y a los cazadores noveles, que en una gran mayoría tratan de escabullirse del ritual por miedo a enfrentarse a situaciones realmente asquerosas. Y tercero, y más importante, por respeto a la propia pieza abatida.
 
Personalmente me duele ver esas imágenes en las que se tratan los cuerpos inertes de las piezas como si fueran objetos vulgares, armas arrojadizas, o sacos sobre los que lanzar patadas. Montones de carne de los que sólo importa el tamaño de sus colmillos o el de sus cuernos, cuando los tienen. Me parece intolerable. En muchos rituales de noviazgo no es raro ver cómo las propias canales son utilizas como improvisados “abrigos”, y todos conocemos perfectamente el destino que suelen tener la mayoría de los intestinos. Lo de los testículos ya me parece absolutamente deleznable. Una pieza, máxime si es la primera que hemos abatido, se merece todo nuestro respeto. Siempre. Un animal que te acaba de entregar lo más preciado que tiene, su vida, no se merece ser maltratado de ninguna manera. Mucho menos ser utilizado como herramienta para arrancar la carcajada fácil. La pieza merece ser honrada. Y si no honrada, al menos tratada con solemnidad, con escrupuloso respeto. Jamás se debería confundir este ritual iniciático con la orgía de sangre y ridículo en la que degenera en muchas ocasiones.

Deberíamos ser nosotros, los propios cazadores, los que tendríamos que cuidar más este tipo de cosas. No ya porque es algo que jamás entenderá el resto de la sociedad, ni por evitar un rato repugnante al nuevo cazador, si no por respeto a esa pieza que, una vez abatida, sólo debería tocarse para aviar con respeto y degustar con entusiasmo.
 

Editorial publicado en el Nº21 de Trofeo Caza Mayor

Un referente periodístico en materia cinegética en España. El salmantino Israel Hernández Tabernero es director de la emblemática revista de caza "Jara y Sedal".    

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0 Commentarios

  1. Patxi
    0

    Chapeau!!! importantisimo el respeto a la pieza abatida. A veces se lo perdemos y en este sentido es bueno hacer un poco de autocrítica.
    Felicidades por el artículo.

  2. David
    0

    No puedo estar más de acuerdo contigo. Muchas felicidades y gracias por expresar públicamente una opinión tan certera y sensata.
    David

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Un referente periodístico en materia cinegética en España. El salmantino Israel Hernández Tabernero es director de la emblemática revista de caza "Jara y Sedal".    

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