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El Proyecto RUFA pretende revertir la precaria situación en la que está la perdiz roja silvestre

El Proyecto RUFA pretende revertir la precaria situación en la que está la perdiz roja silvestre

La Fundación ARTEMISAN pone en marcha una iniciativa para recuperar la patirroja, cuya población se ha reducido un 70% en los últimos 40 años, así como otras aves esteparia.

Recuperar las poblaciones de perdiz roja silvestre (Alectoris rufa) es el principal objetivo del Proyecto RUFA que ha puesto en marcha la Fundación ARTEMISAN. La iniciativa pretende además paliar la desaparición de importantes poblaciones de esta especie mediante un plan experimental que se llevará a cabo inicialmente en cotos de Extremadura, Castilla La Mancha, Castilla y León, Andalucía y Murcia.

El Proyecto RUFA (Red de Cotos Unidos por el Fomento de la Perdiz Roja y otras aves esteparias) pretende hacer frente a la mala situación en la que se encuentran estas especies, al tiempo que se compatibiliza la rentabilidad agraria y la conservación de la biodiversidad. “En los últimos 40 años las poblaciones silvestres de perdiz roja han disminuido un 70% aproximadamente y estamos hablando de extinciones locales, es decir, de cotos o fincas que ya no tiene esta especie”, asegura el coordinador de investigación de ARTEMISAN y promotor de la iniciativa, Carlos Sánchez.

Desde la Fundación ARTEMISAN que agrupa a diferentes agentes del sector cinegético, tales como federaciones de caza, empresas o particulares que tienen un gran interés y preocupación por la delicada situación en la que se encuentra la perdiz roja, también trabajarán en lograr la mejora de las poblaciones de otras aves esteparias.

Con esa finalidad, esta misma semana han presentado públicamente en Madrid la iniciativa para la que han destinado unos 250.000 euros en un período de cuatro o cinco años, “que esperamos duplicar o triplicar con aportaciones de la Administración”. En el plazo de tiempo estipulado es posible lograr la recuperación de la especie, “aunque evidentemente es necesario más tiempo para que las poblaciones puedan recuperarse”, señala Sánchez, que es además doctor en veterinaria.

Su declive ha estado propiciado en gran medida por aspectos relacionados  con la vida en el campo, tales como el abandono del mundo rural, la apuesta por una agricultura intensiva, el incremento de la predación y otras actuaciones relacionadas con la actividad humana.

La proliferación de perdices que existía hace unos años en campos y cotos del norte al sur de la península, “tienen en la actualidad densidades de poblaciones bajísimas y cazar allí resulta muy complicado”, sostiene el responsable del proyecto, lo que llevó en algunos casos a realizar sueltas de perdices para intentar paliar el problema.

El remedio, ejecutado por “cotos o personas que habían tirado la toalla para llevar a cabo la adecuada gestión de las perdices rojas silvestres”, resultó aún más perjudicial. Esa decisión adoptada por personas que querían continuar con la práctica cinegética, propició la aparición de problemas “en algunos cotos, no en todos” según apunta Sánchez, debido a la transmisión de enfermedades o por la falta de pureza da la raza al haber sido cruzada con la perdiz chucar por ejemplo.

Responder a la necesidad

Aún asumiendo que las sueltas pueden resultar problemáticas, Sánchez sostiene que “ese no es un problema en sí mismo, sino que el verdadero problema es la ausencia de herramientas” para quienes quieren tener la patirroja en sus cotos. “Y esa es la situación a la que quiere responder el Proyecto RUFA”, asegura.

La iniciativa se desarrollará en dos ejes fundamentales. Por un lado, se creará una red de cotos demostrativos y, por otro lado,  se impulsará la constitución de diferentes grupos de trabajo integrados por personas que tienen interés en el futuro de la perdiz roja y de las aves esteparias.

La red de cotos demostrativos, que se materializará en reservas de sociedades de cazadores “para incrementar el aspecto social de la iniciativa”, pretende incidir “en la gestión del hábitat, es decir, que podamos tener unos buenos linderos, mantener setos, tener esos hábitats que a la perdiz y a otras especies les vienen fenomenal para sacar sus crías, alimentarlas, refugiarse…, donde podamos poner comederos y bebederos y en los que hagamos un control de predadores, tal y como señala la ley, en los momentos críticos del año”.

La iniciativa permitirá o suspenderá la práctica cinegética en cada área analizada en función del número de ejemplares contabilizados y de la evolución de las poblaciones, valiéndose de “una gestión integral, algo que ya se está llevando a cabo en determinados cotos”.  

El segundo eje del proyecto incidirá en los grupos de trabajo de perdiceros, que estarán integrados por personas que tienen interés por la perdiz y otras especies con las que tiene algo en común. “Por ejemplo, en los cotos en los que haya perdices y se incorporen al grupo, compartirán información y realizarán un seguimiento de los hábitats para tener datos reales en torno a las densidades. Además, esos grupos serán los encargados de mostrar a la sociedad los resultados del esfuerzo realizado”.  

 

 

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