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Regular, de perdices

Regular, de perdices

Regular, de perdices

El próximo domingo día 25 Burgos desvedará la caza menor. Una temporada quizá un poco peor que la del pasado año, salvo en aquellos acotados de postín donde cazan pocos y se cuidan muy mucho de dejar madre. Habrá también acotados que sin cifras elevadas es posible que cubran sus exigencias. Para ello nada mejor que no disparar a las perdices fuera de tiro porque muchas quedan pinchadas y mueren sin poder cobrarlas. ¡Una pena! Muchos enemigos tienen las perdices: rapaces casi todos y son muchas, raposos ni les cuento, sin olvidarnos de las ginetas, gatos monteses, comadrejas, garduñas, picarazas, algún pastor que otro, gatos y perros asilvestrados, y sobre todo jabalíes, especialistas en localizar las puestas y comerse todos los huevos. Olfato espectacular, constancia y 10 ó 12 horas todos los días revisando todos los recovecos del campo y sin licencia de caza, dice mucho.

Difícilmente donde hay jabalíes sacarán las perdices adelante las puestas. Por no citarles una vez más los fitosanitarios tóxicos que acaban con el 60% de las perdices. Así que la reina de la avifauna ibérica deberá desplegar toda su bravura que es mucha, se enfrentarán los machos cuando están empollando hasta a las mismísimas águilas reales. Brava y lista donde las haya. Una maravilla de pájaro que debemos proteger a nada que sus poblaciones empiecen a menguar. Con la llegada del otoño, los días empiezan a acortarse y se constatan las características de la nueva estación. Repitiendo un ciclo cuyo origen no es del todo conocido, el fenómeno migratorio se produce con el nuevo cambio meteorológico. Sabemos que esta impresionante manifestación biopsíquica se refleja sobre el organismo de numerosas aves provocando un comportamiento condicionado que les lleva a efectuar dos largos y agotadores viajes por año, con un recorrido de muchos centenares de kilómetros. Posiblemente estos impulsos vengan motivados por la necesidad de alimentación y la causa del retorno sea efecto del instinto que lleva al ave a su nido, hacia el lugar donde fundó una familia y crio a sus polluelos. El País Vasco hace de puente entre Europa y África, de forma que muchas migradoras se ven obligadas a sobrevolar nuestros montes. Pocas de estas aves tienen interés cinegético para los cazadores. La mayoría, además están protegidas. Habría que referirse escuetamente a tres especies: becadas, palomas y zorzales. Las tres son, verdaderamente, motivo preferente de caza en Euskadi. Hay que puntualizar que palomas y zorzales se cazan, en su mayor parte, en zonas de paso, detalle que hace mucho más difícil su captura al tener que coincidir numerosos factores como son la altura, un corto espacio de tiempo -el de los puesto- y que el paso lo hagan por el área, día y hora elegidos por los cazadores. Ahora bien, son muchos, cada vez más, los cazadores vascos que se desplazan a Estonia, Letonia, Finlandia, Rumania, …. a cazar becadas con el consabido problema que conlleva desplazar a los perros hasta esos lugares donde se caza muy poco. Opiniones al respecto sobre estos desplazamientos hay muchos y de toda índole. Miren, a mí en principio no me parece mal que un cazador haga el viaje y se dé la satisfacción de adiestrar a sus perros. Siempre con limitaciones de días y cupos. Ni más ni menos como aquí. ¿Qué se le calienta el dedo índice y empiezan a salirse de madre? Pues mal. Se trata de ponerle tope al egoísmo y en materia de caza no es fácil.

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Redacción periódico digital Desveda #caza #pesca #tirodeportivo #rural #naturaleza

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