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SOS de la perdiz roja española

SOS de la perdiz roja española

Los
científicos
ratifican que las
semillas de cereal
resultan nocivas para
las perdices, algo que
ya avisó
Sarasketa hace veinte
años, pero todo
sigue igual.

El declive de la
perdiz roja, reina de
la caza menor
española por
definición,
sigue dando pasos
hacia su
desaparición
sin que nadie le
ponga freno. El
último
capítulo
conocido llega gracias
a los
científicos del
Consejo Superior de
Investigaciones
Científicas,
CSIC, y del Instituto
de
Investigación
en Recursos
Cinegéticos,
IREC, cuya
investigación
sobre el impacto en la
perdiz roja (Alectoris
rufa) del consumo de
semillas blindadas
con plaguicidas
concluye que la
alimentación
con estas semillas es
altamente nociva para
estas aves, y que
puede llegar a ser
letal según las
cantidades ingeridas.
El trabajo de
investigación
parte de una iniciativa
conjunta de la Oficina
Nacional de la Caza,
la Fundación
para el Estudio y la
Defensa de la
Naturaleza y la Caza
(Fedenca) y la Real
Federación
Española de
Caza, quienes
preocupados por el
declive de la perdiz
roja, decidieron
financiar esta
investigación
con el apoyo de la
Fundación
Biodiversidad. Muchos
nombres y
más siglas,
por fin autorizadas y
con prestigio, para
ratificar algo que
muchos cazadores de
a pie ya
intuían hace
muchos años.
Que las semillas que
se usan en la
agricultura cercenan a
las perdices con sus
componentes en unas
fechas en las que su
alimento está
casi exclusivamente
basado en el
grano. 

DENUNCIA. De
hecho, desde los
primeros años
de la
Asociación
para la Defensa del
cazadoir y Pescador,
ADECAP, esta
denuncia figuraba
entre las primeras de
su agenda por
mejorar la
situación de la
caza. Así lo
denunció su
presidente, Juan
Antonio Sarasketa, en
la Plaza Gipuzkoa
aquel histórico
17 de abril de 1991,
durante la
manifestación
más grande
vivida hasta la fecha
en Euskadi y a nivel
estatal a favor de la
caza. Sarasketa
aseguró
entonces que el color
rojizo de las semillas
certificadas
procedía del
cianuro
potásico con el
que se las
recubría. Eran
los primeros pasos de
un problema que
ahora por fin parecen
ver la luz -la
perseverancia del
propio Sarasketa en
el asunto todos estos
años tiene
mucho que ver- pero
de ello queda
aún esperar
sus efectos en las
distintas
administraciones.
Porque hasta la
fecha, salvo por
pequeñas e
intrascendentes
medidas
administrativas, nadie
ha querido tomar
cartas en el asunto de
una forma seria. Por
cierto, en este
problema tampoco se
trata de criticar a los
agricultores, que
bastante tienen con
sacar adelante sus
cosechas, sino de
hacerlo de otra forma
en que no se
perjudique
directamente a la
fauna, donde la
perdiz ocupa el
escalón
más alto de
las aspiraciones
cinegéticas,
pero que
también
afecta a otras
especies de aves y
fauna, a sus
depredadores y a
todo el campo en
general, que es quien
recibe el veneno en
definitiva.

Volviendo a la
perdiz, la fuerte
sequía
padecida este
año ha
esquilmado muchos
bandos e incluso
desertizado zonas en
las que antes se
dejaban ver. El
desolador panorama
ha encendido
más si cabe
las luces de alarma
por la supervivencia
de la patirroja y su
futuro inmediato.
Sobre el que acucian
otras
históricas y
conocidas causas
como las
concentraciones
parcelarias, una
agricultura agresiva,
la falta de
hábitats
ideales para su
supervivencia y la
progresiva
humanización
del campo. Sin olvidar
la propia
presión
cinegética,
que este año
ha sido
mínima o nula
por la falta de
efectivos cazables.
Demasiados
enemigos juntos para
que la reina de las
aves española
pueda salir indemne.

La
solución para
la patirroja -la
autóctona
española, no
esos pájaros
gestados en
laboratorios ni en
criaderos de
postín- pasa
por recuperar
progresivamente sus
hábitats y
favorecer los espacios
donde pueda vivir,
alimentarse y criar en
condiciones
favorables, y para ello
será
obligatoria la toma de
medidas a distintos
niveles. La
Administración
, las diferentes
administraciones, y la
clase política,
tienen mucho que
decir y más
por hacer.
También los
cazadores y el sector
primario. La perdiz
roja española
se lo merece.

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0 Commentarios

  1. artea-encina
    0

    En Maomendi, Arratetan y Artatxulon habia eperras, pero llegaron los años cuarenta con los pinos, y como dice la canción-hay ama mi tierra no me kiere, hay ama ke le bamos hazer- después todo lo ke kieras.

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Redacción periódico digital Desveda #caza #pesca #tirodeportivo #rural #naturaleza

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