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Nueve mil aves muertas en parques eólicos

Nueve mil aves muertas en parques eólicos

A la vista de la cantidad de aves que son encontradas constantemente muertas en los parques eólicos tras impactar contra las aspas de los molinos, estaba clara la incompatibilidad entre la avifauna y estas instalaciones. Estos son los datos.

El estudio publicado por Quercus en su cuaderno correspondiente a noviembre del año presente revela que en los últimos tres años han muerto, a causa del choque con aerogeneradores, al menos 8.960 aves.

Una cifra tan elevada de accidentes debería conducir a las autoridades ambientales a la toma de decisiones para evitar la continuidad de un impacto tan brutal sobre las especies voladoras; sin embargo, la obsesión por el fomento de las llamadas energías «limpias» minimiza la publicidad que se ofrece a la opinión pública sobre esta verdadera catástrofe para la biodiversidad.

La Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, que es una de las especies más sensibles a este fenómeno, es la principal impulsora de la divulgación de los estudios realizados sobre trabajo de campo en doce comunidades autónomas españolas durante los últimos tres meses.

Si extendemos en el tiempo los resultados de estos estudios desde el comienzo de este siglo, comprobaremos que desde 2001, habían muerto unas quince mil aves, por lo que las cifras de los últimos tres años demuestran una progresión exponencial; es decir, un acelerón en los accidentes que coincide con el del aumento de la instalación de complejos eólicos. Pronto llegarán a desaparecer las aves de semejantes entornos.

Estamos hablando concretamente de detección de animales muertos en las proximidades de los molinos; sin embargo hay que recordar que sólo una parte de los restos son detectados por los naturalistas observadores, de manera que los cálculos del «índice de detectabilidad» se estiman en torno a una de cada cinco a ocho aves muertas por choque: al menos cincuenta mil aves habrían muerto en los tres últimos años por la causa que comentamos.

Sigue comentando Quercus un estudio reciente de la Estación Biológica de Doñana, es decir por el CSIF, sobre la tasa de población de murciélagos accidentados en los molinos que indica que en España pueden estar muriendo cada año unos 900.000 ejemplares de estos mamíferos voladores. Si sumamos ambos grupos animales, aves y quirópteros, casi dos millones de animales silvestres son víctimas anuales del choque con los aerogeneradores de esta energía supuestamente limpia.

Actividad destructora imparable
En la situación actual de histeria colectiva que mueve a los políticos a aceptar lo que haga falta a favor de las adoradas energías renovables, cabe pensar que la catástrofe va a ir a más, posiblemente en progresión geométrica, y que nada será capaz de frenarla.

No se trata de frenar la obtención de energía eólica, pero las consecuencias de la implantación salvaje de parques eólicos, otro tanto cabría decir de los solares, está llegando a niveles tan altos que empiezan a escucharse voces de científicos clamando por un despliegue controlado y responsable. Debe terminar el descontrol especulativo de las concesiones y el retorno a la puesta en marcha de medidas de corrección de impacto ambiental, un concepto demolido por la actual legislación de «transición ecológica» implantada por el ministerio de la Sra. Teresa Ribera.

377 profesionales de más de cien universidades y centros de investigación españoles acaban de suscribir un manifiesto en el que destacan la necesidad de una transición energética responsable que preserve el patrimonio natural de nuestro país.

Una de las principales propuestas de este prestigioso grupo sostiene la consideración de que «es imperativo contar con una planificación sólida y vinculante que dirija estos proyectos hacia áreas de baja sensibilidad ambiental».

Añaden los científicos que «las energías renovables sólo son responsables si generan un mínimo impacto ambiental y un máximo beneficio social». Está claro que seguir estas coordenadas llenas de lógica nos conduce por una senda muy diferente a la que están tomando en estos momento la especulación y el fanatismo climático.

Los dos aspectos clave de la cuestión que venimos comentando son las consecuencias de los grandes parques eólicos para la biodiversidad y las cuestiones sociales, como la despoblación rural y la ruina de otras fuentes de progreso y riqueza como el turismo rural, la agricultura y la ganadería extensiva. Los molinos no sólo matan aves y murciélagos, sino ilusiones y medios de subsistencia rural, también demolidos por las aspas de los molinos.

Los impactos sobre la biodiversidad son flagrantes e insostenibles; las aves y los murciélagos muertos son los mejores indicadores de los mismos. Los impactos sociales sobre las economías de la población rural pueden ser más difíciles de detectar, pero datos como las objeciones de la Fiscalía y de la Guardia Civil sobre concesiones para la instalación de parques en zonas del Pirineo y Pre-Pirineo aragonés tampoco son ni mucho menos despreciables.

Fuente. Libertaddigital.com

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