Son muchos, cada vez más los cazadores que cuelgan la escopeta y cogen el arco para ejercer una disciplina muy antigua y difícil en la que el tanteo entre el cazador y la presa prácticamente está igualada.
Pese a las innovaciones tecnológicas del arco esta arma continua siendo en su fundamento y funcionamiento básico una herramienta antiquísima.
Data de tiempos ancestrales y su renacimiento como modalidad deportiva de caza es relativamente reciente, aunque la practiquen más de 11.000 personas.
Frente al resto de armas de caza que ofrecen una alineación total de la línea visual, el proyectil y el blanco, con el arco nada de esto ocurre.
Solo existe el apoyo de la mano que sujeta el arco y el de la mano que tensa la cuerda, pero en ambos casos se trata más bien de sujeciones, por ello los tres puntos anteriormente descritos son claramente imperfectos.
El éxito del tiro depende de que todos los músculos estén en la misma posición antes del disparo, que la mente esté bien centrada en el blanco y que en la ejecución del disparo todos los músculos que intervengan lo hagan en perfecta armonía, misma fuerza y exacta colocación.
Esto se consigue a base de paciencia y entrenamiento hasta llegar a la rutina. Si añadimos una buena práctica en el cálculo de distancias logramos que sea frecuente toda esta coordinación. Entonces podremos convertirnos en buenos arqueros.
Una ventaja de este estilo deportivo es que se puede practicar a cualquier edad. El mercado de arcos dispone de aparatos con potencias adaptables a distintas condiciones físicas.
Y por lo que hace referencia a las modalidades, son el rececho y la espera las que resultan más idóneas. Esta última modalidad es la más adecuada ya que el arco puede desarrollar sus virtudes y características.