Caza y discapacidad. Iosu Egaña mantiene su pasión por la caza a pesar de que perdió una pierna hace cinco años en un accidente laboral.
El destino le tenía preparada una ingrata sorpresa para celebrar su séptimo aniversario de boda, el 12 de junio de 2017, pero reafirmó aún más la pasión que siente por la caza, especialmente la de becadas. La enorme atracción por la actividad cinegética tuvo más fuerza que la bobina de cinco toneladas que le seccionó una pierna y estuvo a punto de costarle la vida.
Los sanitarios que le trasladaron al hospital y los que le atendieron en el propio centro asistencial pudieron comprobar que su preocupación, desde el primer momento, pasaba por intentar continuar con una afición que le llegaba de su padre y de su tío, aunque él comenzó a disfrutar realmente de esa actividad cuando alcanzó la treintena. Fue a esa edad cuando sintió la irrefrenable pasión por la caza de ‘oilogorras’, especie que define como “un pájaro salvaje del que no sabemos cómo se comporta, lo que incrementa el gran interés que tenemos los cazadores por ella”.
La debilidad que siente por las ‘sordas’ es paralela a que demuestra por Ehiza, de 6 años, y Pinto, de 2 años y medio, los dos setter que le acompañan en sus jornadas de caza. Ambos son una parte fundamental de su afición ya que “más que por cazar me gusta salir al monte para ver trabajar a los perros. Si me viene una becada que no ha parado el perro, yo no le disparo. Para mí, eso es la caza con perro; si no, iría a las palomas”.
Su discapacidad le impide prolongar una jornada de becadas durante ocho horas o diez horas “como hacía antes del accidente” y reconoce sin más problema que “ahora me tengo que limitar a cuatro o cinco horas”. Sin embargo, persevera en esta modalidad cinegética “a pesar de que en ocasiones me enfado por volver a casa sin haber visto una pieza en todo el día, porque lo que realmente me gusta es ver caza. Pero luego, reflexiono y recuerdo que cuando estaba en el hospital pensaba que daría cualquier cosa por poder andar por los sitios que ando ahora”.
Campeonatos
Este oñatiarra radicado en Legazpi reconoce que su limitación física le impide competir en igualdad de condiciones con otros cazadores, pero considera necesario que se establezcan los baremos correspondientes. “Es necesario regular la participación, porque no es lo mismo alguien que padezca sordera o quien tenga amputado un dedo, que quien carezca de algún miembro superior o inferior o tenga alguna lesión similar”, subraya.
Desde que se implicase en la organización de la Copa Euskadi de 2019, que por primera vez estableció una categoría reservada a cazadores discapacitados, Egaña ha perseverado en reivindicar un grupo específico para quienes compiten en inferioridad de condiciones. Aunque consiguió hacerse con el título de aquella edición y logró que se incluyese en el certamen un grupo específico en el marco del Campeonato de España, la pandemia del Covid19 ha impedido dar continuidad a este tipo de pruebas.
Las críticas surgidas por la celebración de este tipo de campeonatos “porque hay quien opina que nos estamos aprovechando de nuestra minusvalía”, cree que son infundadas y contraproducentes para quienes desean la continuidad de la caza. “En vez de sumar para defender lo nuestro y que no nos quiten la caza, consiguen el efecto contrario”, asegura.
Además, frente a las críticas que llegan desde sectores contrarios a la caza y de quienes propugnan la prohibición a esta actividad, Egaña sostiene que “nuestro mayor problema somos nosotros mismos, ya que los que más daño nos hace son las envidias y la falta de respeto existente entre los propios cazadores”.
A pesar de sus limitaciones físicas y del incremento de las dificultades que surgen cada día para continuar practicando su actividad favorita, Egaña lanza un mensaje esperanzador de cara al futuro al señalar que su perspectiva ante tiempos venideros pasa “por seguir cazando, que no es poco”.
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