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El cazador conservador, la adaptación de la caza al siglo XXI

El cazador conservador, la adaptación de la caza al siglo XXI

El cazador del siglo XXI se parece poco a su antecesor del Paleolítico. Tanto, que se ha pasado del cazador-recolector original a lo que hoy podemos denominar un cazador-conservador.

¿Por qué sucede esto? Porque, entonces, la caza era la fuente básica de alimento y esencial para el desarrollo del cerebro y el cuerpo humano. Además, su práctica fue clave en las relaciones socioculturales. Salir a cazar ejerció de elemento transformador de la sociabilidad y, por supuesto, de la tecnología. La cinegética estuvo en la base de la evolución humana.

¿Qué queda de aquel cazador-recolector en pleno siglo XXI, una vez que la caza ya no es imprescindible para lograr alimentos, ni para impulsar la evolución de la tecnología? Algunos elementos resisten el paso del tiempo. Así, en la mayoría de las actividades cinegéticas individuales -recechos, esperas, caza en mano, perdiz con reclamo…- se aprovecha la carne para el autoconsumo. En las actividades colectivas -monterías, batidas, ojeos…-, las piezas acaban en salas de despiece, donde las prepararan para suministrarlas a la restauración o se exporta a otros países europeos. En un mundo que aspira a la sostenibilidad, la carne de caza juega un papel importante ya que, por sus características, se adapta mejor que el resto a los desafíos de Desarrollo Sostenible que afronta el planeta.

La caza también sirve para recordar el mundo del que venimos, resultado de hechos pasados. Su práctica permite que se mantengan tradiciones y ritos sociales que -de una manera más o menos evolucionada según los casos- se han mantenido a lo largo de los siglos.

PAPEL DE LA CAZA EN EL SIGLO XXI

Pero si ya no es una fuente imprescindible de alimento… ¿cuál es el papel real de la caza y del cazador en el siglo XXI? En primer lugar, juega un papel fundamental en la supervivencia de muchos municipios rurales de España. Su práctica arraiga a muchos cazadores a su tierra y evita el éxodo de los pueblos a las ciudades. En cifras, la actividad económica de la caza mueve alrededor 6.475 millones de euros, según el informe Deloitte para Fundación Artemisan. A nivel de empleo, genera de manera directa 141.000 puestos de trabajo en la España Vaciada. Su práctica es esencial en el mantenimiento de la vida en muchos pueblos de nuestro país.

La caza es fundamental en la supervivencia de muchos municipios rurales. Arraiga a muchos cazadores a su tierra y evita el éxodo rural

Quizás el cambio más significativo en la actividad cinegética es la aparición de la figura del Cazador-Conservador. Para entender esta evolución, es fundamental analizar las diferencias entre las especies de caza menor y de caza mayor. El papel del cazador se adaptará a las circunstancias. Por ejemplo, en el caso de la menor, -perdices, conejos, codornices, zorzales…-, se suele dar escasez de piezas y el papel del cazador para su supervivencia es fundamental.

En el caso de las especies de caza mayor -jabalíes, ciervos, corzos…-, la falta de predadores naturales convierte al cazador en alguien fundamental para el control de poblaciones sin el cual se producirían graves perjuicios en la conservación de nuestros ecosistemas, especialmente, en los espacios naturales protegidos.

El incremento exponencial de ungulados silvestres (se estima una población más de 2 millones en España) se debe a una continua pérdida de hábitat, al abandono de actividades humanas forestales y un gran descenso de la actividad ganadera extensiva. Esto ha fomentado el desarrollo de especies arbóreas y arbustivas, caldo de cultivo para jabalíes y corzos que año a año incrementan el número de accidentes de tráfico (7.500) o daños a la agricultura (9.700 siniestros anuales).

Los pequeños mamíferos y aves se han visto más desfavorecidos por una agricultura más intensiva y un mayor hábitat forestal. En este caso, el cazador-conservador o cazador-gestor del territorio cobra todo el sentido. La escasez de piezas hace que la inversión en gestión por los cazadores en España sea responsable, en muy buena parte, del mantenimiento de estas aves y mamíferos. Sobre todo, porque los cazadores tienen un conocimiento del estado de sus poblaciones, efectúan censos que permiten obtener datos sobre su densidad y ejecutan planes de gestión sostenibles acordes a la realidad de ese territorio.

La mayoría de los espacios naturales se mantienen gracias a la gestión privada, algo que quizás desconozca gran parte de la población. A falta de recursos públicos, el 80% de los bosques son privados

La mayoría de los espacios naturales se mantienen gracias a la gestión privada, algo que quizás desconozca gran parte de la población. A falta de recursos públicos, el 80% de los bosques son privados. Para ello, es fundamental la actividad de agricultores y ganaderos. También destaca la tenacidad de propietarios privados y cazadores, figuras que permiten que este modelo de gestión sitúe a España a la cabeza de Europa de los paisajes mejor conservados. Tanto, que más del 27% de nuestro territorio -22 millones de hectáreas- están bajo la figura europea de Red Natura 2000.

Los espacios protegidos no se limitan solo al hábitat. Las especies no cinegéticas y especialmente las especies protegidas son absolutas protagonistas de los cotos de caza. Así, linces ibéricos, águilas imperiales y reales, antiguamente considerados como «alimañas», hoy son un orgullo de cualquier territorio cinegético y se hacen enormes esfuerzos de conservación con dinero privado para su supervivencia en nuestro territorio nacional.

Todo esto define al cazador del siglo XXI. Invierte en gestión, forma parte de entidades que trabajan en gestión e investigación, aprovecha de manera racional las especies, cumple con la estricta y vasta normativa vigente en España, consume lo que caza o ayuda a su comercialización, se implica en el conocimiento de las especies cinegéticas ayudando a censar, da un total bienestar a sus auxiliares de caza como perros, aves de cetrería o hurones, crea unos vínculos sociales alrededor de la caza que fomentan estas buenas prácticas…

Este nuevo concepto del cazador, resultado de los cambios de la sociedad pero también de la transformación en los usos de nuestro territorio y el clima, es posible que se mantenga durante muchas generaciones. No hay vuelta atrás; en una sociedad urbana alejada de la realidad del mundo rural sólo tendrá cabida la actividad cinegética cuando se sepa trasladar la nueva realidad de la caza y los cazadores. La realidad del cazador-conservador.

Fuente. EL MUNDO 

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Redacción periódico digital Desveda #caza #pesca #tirodeportivo #rural #naturaleza

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