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En 2017 se cazaron en Gipuzkoa 1656 corzos

En 2017 se cazaron en Gipuzkoa 1656 corzos

Es una realidad que escapa a los urbanitas, pero trae de cabeza a baserritarras y cazadores. Gipuzkoa ha experimentado en los últimos años una proliferación sin parangón de la población de corzos, con los consiguientes daños que esto provoca en las plantaciones forestales así como en las producciones frutales. La situación ha llegado a tal calibre que, en los últimos años, la cantidad de corzos abatidos supera, según los datos que maneja la Diputación de Gipuzkoa, el millar de ejemplares anuales. De hecho, el pasado año la cifra escaló hasta los 1.656 animales, un número “importante” que muestra que la colonización de esta especie es una realidad a tener en cuenta.

Así lo admite la Diputación de Gipuzkoa, que explica que aunque los primeros ejemplares de corzo comenzaron a observarse en los años 80, fue una década después cuando las apariciones se hicieron “más regulares”. Desde entonces, la población de este animal ha ido a más, y desde el año 2011, el aumento ha sido muy superior.

El corzo se introdujo en Gipuzkoa procedente de los montes navarros y alaveses, territorios que fueron previamente colonizados, y se ha asentado, principalmente, en las comarcas de Goierri, Tolosaldea y Debagoiena.

Esta situación ha llevado a que la Diputación y la Federación de caza de Gipuzkoa trabajen conjuntamente para tratar de mantener controlados los ejemplares de corzo y minimizar así los daños que causan, una tarea que no siempre es fácil.

La principal medida es que las autorizaciones para abatir corzos han crecido de forma importante. Según explica el presidente de la Federación de Caza, Jose Mari Usarraga, la temporada específica del corzo va desde septiembre hasta abril, cuando la captura está permitida en sábados, domingos y festivos en las zonas de caza controlada declaradas. Además, en las últimas temporadas, se está permitiendo abatir corzos también los jueves. Así el pasado año se completaron en Gipuzkoa 481 batidas específicas de corzo que se saldaron con 716 ejemplares abatidos.

Pero además, las cuadrillas que se dedican al jabalí están autorizadas también a capturar corzos, un permiso que tiene resultados visibles, ya que en las 1.612 batidas de jabalí del pasado año se mataron 906 corzos.

A juicio de los cazadores, el control cinegético que se está llevando a cabo es “bueno”, ya que está permitiendo que en Gipuzkoa estos animales no estén causando, por ejemplo, graves problemas de tráfico, algo que sí ocurre en los territorios vecinos. “Se está haciendo un trabajo bueno para controlar estas situaciones, y las cuadrillas que se dedican específicamente al corzo tienen enfocadas las batidas a que esto -los accidentes de tráfico- no se produzca”, explica Usurraga, quien no obstante reconoce: “Las poblaciones están controladas, pero no todo lo que sería deseable. No nos podemos olvidar que los cazadores cazan por afición, no por trabajo”.

Sin embargo, estas afirmaciones no son compartidas por quienes cada año sufren las embestidas de dichos animales. Es el caso de Aritz Eguren, del caserío Oiharte de Zerain. “Es un quebradero de cabeza diario, porque todo el trabajo de dos o tres años puede echarse a perder en una noche”, señala este joven que regenta una sidrería y quiere echar a andar con una producción de manzana.

Durante el invierno de 2016 a 2017, plantó una nueva plantación, que ha tenido que proteger árbol a árbol para evitar los daños que producen los corzos, ya que al vivir cerca del caso urbano, las batidas no están autorizadas. “Hemos tenido que proteger cada uno de los árboles con alambre y ahora hemos puesto una cerca electrificada. Además, tenemos un mastín joven para que marque territorio y ver si así los corzos se alejan”, explica Eguren, que señala que los daños que ha sufrido son “incalculables”. “No es solo el coste del árbol, eso es lo de menos. ¿Cómo calculas todas las horas que dedicas a cuidar una plantación durante tres años para que la destrocen en una noche?”, plantea. “Yo me preocupo por salvar mis sembrados y no por ponerme a discutir con los seguros, porque no quiero dinero, lo que quiero es que mis manzanos empiecen a dar fruta y pueda empezar con la producción, que es para lo que trabajo”, expone.

Explica que los animales se acercan, principalmente, de noche a las plantaciones, causando graves problemas especialmente a los ejemplares más jóvenes, aquellos que tienen “hasta seis u ocho años”. “Con los cuernos van rascando las cortezas, y también se comen las pujas nuevas que crecen cada año. No hemos contabilizado los árboles que hemos perdido, pero sí puedo decir que en la plantación que tenemos ahora, unos árboles que debían crecer con normalidad, llevan un año de retraso bien porque han dañado las cortezas o bien porque se han comido las pujas”, explica.

Por ello, demanda más facilidades para que los cazadores puedan llevar a cabo sus batidas. “En este momento, por ejemplo, no se pueden cazar corzos con doble cero, cuando es la manera más eficaz de abatirlos y es la que menos riesgo tiene. En Francia está autorizada, pero aquí no”, expone. “Pedimos que se facilite la caza, porque es un problema grave que no hemos creado nosotros, sino que nos lo han generado a nosotros y necesitamos una solución”, insiste.

Pero no es el único afectado por esta situación. Desde el club federado Txirta de Hernani, denuncian que los corzos “campan a sus anchas en Onddi, Adarra y Santiagomendi”, provocando cuantiosos daños en las plantaciones de manzana de la zona.

Cuentan, a modo de ejemplo, que en una finca en Atxurro, en el término municipal de Astigarraga, estos animales causaron el pasado febrero daños en la mitad de los frutales de una plantación de 125 ejemplares. “Los corzos se comen las yemas de los árboles, impidiendo su crecimiento”, relatan.

Además, en abril, en Añua Berri, Hernani, “se plantaron 1.200 manzanos de los que 500 resultaron afectados por los corzos”. “De esta forma, tenemos superficies plantadas con un mínimo de 1.325 manzanos que no serán productivas”, plantean.

Desde Txirta, se quejan, de que “los cercados y otras medidas disuasorias como repelentes u orina de lobo no han surtido el efecto deseado, dado que los animales se acostumbran al olor de los repelentes y continúan con su labor destructiva”.

“¿Debemos seguir plantando manzanos que sean pasto de los corzos o para que produzcan manzanas para elaborar la sidra?”, se cuestionan desesperados por la situación que están padeciendo.

EN CORTO

1.656

Son los ejemplares de corzo que el pasado año se abatieron en Gipuzkoa en diferentes campañas. De estos, 716 ejemplares fueron cazados dentro de la batida específica para esta especie, cuya temporada se extiende entre septiembre y abril. Además, durante las batidas de jabalí, se mataron 906 corzos. Asimismo, en los recechos específicos que autoriza la Diputación, cuando se detecta un ejemplar en una zona en la que está produciendo daños importantes o supone un peligro para la población, se abatieron ocho de estos animales. Finalmente, en la modalidad de caza con arco se acabó con la vida de otros 26 corzos. Los baserritarras piden que se apoye y facilite la caza de este animal.

FUENTE.  NOTICIAS DE GIPUZKOA

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Redacción periódico digital Desveda #caza #pesca #tirodeportivo #rural #naturaleza

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