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«Fue arriesgado, pero cuando quieres a un perro sólo piensas en ponerlo a salvo»

«Fue arriesgado, pero cuando quieres a un perro sólo piensas en ponerlo a salvo»

Decir que el mejor amigo de Fredín Velasco es su perro ‘Piro’ sería pasar de tuerca un dicho muy manido. Cuando los hechos hablan, además, las palabras sobran. Este cazador allerano, natural de Soto y vecino de Cabañaquinta, arriesgó su vida el domingo para rescatar a su compañero de cuatro patas.

13/12/2016 | La Nueva España | Carmen M. Basteiro

El perro había quedado enriscado en la ladera del monte Peñarredonda. El equipo de rescate de Bomberos del Servicio de Emergencias de Asturias (SEPA) los puso a salvo, tras una delicada intervención con el helicóptero: “Fue arriesgado, pero volvería a hacerlo”, aseguró ayer Velasco, con “Piro” dando vueltas a su alrededor.

“Este hombre, ¿cómo se arreglaría para llegar hasta ahí arriba?”. La pregunta se repetía ayer en todos los bares de Cabañaquinta, cada vez que un vecino veía en LA NUEVA ESPAÑA la fotografía de Fredín Velasco enriscado en el Peñarredonda. Una imagen que muestra al allerano atrapado en la ladera y un pequeño punto blanco, el perro “Piro”, a un lado.

Para saber cómo llego Fredín Velasco a la ladera del Peñarredonda hay que retroceder dos años y medio en el tiempo. Fue entonces cuando llegó a su vida “Piro”, un perro de raza asturcántabra, “muy hábil y muy listo”. Tenía sólo un mes cuando llegó a Soto de Aller, pero el cazador supo que sería especial. Aprendió muy rápido todo lo que tiene que saber un buen perro de caza y mostró toda la lealtad que demuestra una mascota: “Es muy fiel, para mí es mucho más que un compañero de caza”.

Así que el domingo, Velasco y “Piro”, se reunieron a primera hora de la mañana en El Pino con el resto de la cuadrilla formada por siete cazadores y trece monteros. La mañana transcurrió tranquila pero, al mediodía, Fredín Velasco no encontraba a “Piro” por ninguna parte. Decidió volver al monte, aunque la batida ya había terminado: “Después de dar unas vueltas por el monte, lo vi en una capa de la ladera del Peñarredonda, seguro que llegó allí siguiendo el rastro de un jabalí”. “Cuando los perros encuentran un rastro, lo siguen hasta el final. En ese momento no se dan cuenta del peligro y casi no saben por dónde van”, añadió el experimentado cazador, que tiene 39 años.

Cuando vio a su perro enriscado en el monte, supo lo que tenía que hacer: “Estaba allí sentado, como esperando a que fuera a buscarlo. No pensé en el peligro, cuando quieres a tu perro haces lo que sea por ponerlo a salvo”, explicó. Lo que él tuvo que hacer fue escalar 120 metros de una ladera rocosa, hasta llegar al nivel en el que estaba “Piro”. No pudo alcanzarlo: “A unos dos metros del perro, tuve que frenar en seco. Había llegado a un punto en el que no podía seguir, si daba un paso más me mataba”.

La emisora les salvó la vida. Cuando avisó a la cuadrilla, no dio rodeos: “Estamos los dos atrapados en el Peñarredonda, aquí no subáis que nos matamos todos. Hay que llamar al 112”. El Centro de Coordinación de Emergencias recibió la llamada poco después de la una y media de la tarde. “No sabría decir lo que tardaron en llegar a buscarme, pero se me hizo corta la espera. Actuaron rápido, cuando me di cuenta estaba en el helicóptero”.

Fue una operación complicada por el difícil acceso del lugar en el que estaban “Piro” y Velasco. El grupo de rescate accedió al lugar con una grúa, de la que se desplegaron 40 metros de cable. El cazador no estaba nervioso, dice que adquirió experiencia en vuelos durante su servicio militar. “Piro”, aún sin haber hecho la mili, se portó como un valiente y no ladró ni una sola vez.

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