Febrero significa el final de la temporada de caza, y la campaña de mentiras de los ecologistas respecto a los perros de caza y al galgo, más concretamente.
«El galgo es un perro muy singular debido a su apariencia. Su refinada silueta, su porte orgulloso y seguro, y su extraña belleza lo convierten en una de las razas más fácilmente reconocibles. Afilado en todas sus proporciones, ha sido conformado para la velocidad y la resistencia. Esta veloz raza está en nuestro país desde hace siglos, y se puede afirmar que ver correr a un galgo es un auténtico espectáculo para los ojos». (Antonio Romero, El Gran libro de los galgos, 2010).
El mes de febrero significa el final de la temporada de caza, y en cambio para otros, es cuando en pleno invierno, comienza su agosto: los ecologistas y sus mentiras respecto a los perros de caza y al galgo, más concretamente.
Año tras año, se publican noticias con cifras engordadas con embustes. Mentiras llenas de ignorancia y desconocimiento. Engaño de personas que desprenden odio en cada una de sus palabras.
Las únicas estadísticas oficiales del Seprona señalan que, en 2019, último año en que el Ministerio del Interior publicó los datos, se robaron 328 perros de caza, de los que 175 fueron galgos que son explotados por grupos y mafias organizadas que, una vez pierden el interés en ellos, los maltratan o abandonan.
Pero una mentira mil veces repetida no se convierte en verdad. La plataforma No a la Caza habla de 50.000 galgos abandonados cada año por los cazadores ¡Mentira cochina!
El propio Servicio de Protección a la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil, lo explicaba públicamente en el documental «La verdad sobre los perros de caza», emitido por Mutuasport en YouTube hace un año, aportando los únicos datos estadísticos oficiales que desmontan la cifra de 50.000 perros que, según colectivos animalistas y anticaza, se abandonan al finalizar la temporada de caza.
Lo que es una verdad verdadera es que la caza con galgos ha sido en nuestro país una tradición extendida, pero no olvidemos que, en muchas épocas de escasez, el galgo suponía en una casa asegurarse un par de liebres para poder alimentar una familia, hablamos por ejemplo de años de posguerra, si nos referimos a la era moderna; pero ya en el Quijote reflejaba Cervantes las andanzas de su galgo por la meseta manchega.
La práctica en estos años de la caza con galgos era muy diferente a lo que representa este deporte hoy día. En la actualidad esta modalidad esta institucionalizada y adaptada a la competición, la meta para los perros sigue siendo perseguir a su veloz presa, pero para los amantes de estos perros ya no es tan importante la muerte de la «rabona» sino el duelo en carrera entre los canes, los lances y la codicia y entrega que demuestren ambos en carrera.
Lejos de las infames imágenes que suelen hacer circular y difundir grupos radicales del mal denominado movimiento «animalista», hay una verdad que se vive día a día en las cuadras de los buenos galgueros de este país, seguramente hablemos de la raza mejor cuidada y mimada de España, ya no sólo como animal de caza, sino como animal doméstico.
Todos los pasos que se dan en este colectivo están fundamentados y cuidados hasta el último detalle, desde la cría, en la cual se seleccionan las mejores madres y padres en cada cruce, el cuidado de los cachorros en toda su etapa de crecimiento fomentando salir al campo lo máximo posible para un desarrollo adecuado y con los mejores alimentos altos en contenido proteínico. Los controles veterinarios son más frecuentes que en cualquier otra raza, pues hablamos de un atleta que tiene que tener su aparato motor a punto y en las mejores condiciones de salud.
Su entrenamiento es casi diario, dando paseos de varios kilómetros que es lo que necesita este perro, pues su vitalidad y complexión exige un desgaste al día importante, por no hablar del plano psicológico y de instinto.
Todavía hay gente que manifiesta que un galgo o cualquier otro perro esta mejor en un piso que saliendo al campo a diario.
En efecto cada propietario tiene unas posibilidades, pero no es de admitir que intenten enseñar al colectivo que cuida esta raza, estudia y la mejora, a como mal criar un perro haciendo creer a la sociedad que en un espacio reducido y saliendo dos veces al día 10 minutos está mucho mejor que saliendo al campo con más perros, y más si cabe cuando hablamos de este portento físico y con un instinto tan desarrollado.
Para el control de la reproducción y el registro de estos animales, existe un protocolo veterinario que no lo tiene ninguna otra raza en nuestro país.
El mundo debe saber la realidad y no dejar influenciarse por estos colectivos que sí son culpables de acciones delictivas, como el robo de los canes. El año 2021, fue especialmente negro en cuanto al robo de perros de caza, pudiendo desarticularse mafias organizadas en distintos puntos del país.
No olvidemos que cuidar y amar a los galgos, es para muchos, su única verdad.
Fuente. AS.COM