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Un proyecto con drones permitirá salvar corcinos en época de cosecha

Un proyecto con drones permitirá salvar corcinos en época de cosecha

Con el objetivo de evitar que segadoras y cosechadoras produzcan durante las labores agrícolas la muerte de las crías de corzos, media docena de entidades están desarrollando un proyecto bianual que se pondrá en marcha en 2019 y 2002. La iniciativa consiste en la utilización de drones provistos de cámaras térmicas que permiten detectar a los corcinos que se esconden en los campos y proceder a su retirada o a adoptar las medidas necesarias antes de que se vean afectados por la maquinaria agrícola.

Tras parir a sus crías entre los meses de abril y junio, la madre deja ocultas a sus crías en un lugar de hierba alta “donde permanecen agazapadas, confiando en su capacidad de pasar desapercibidas y evitar así a los depredadores”, según sostiene el zoólogo y presidente de la Asociación del Corzo Español (ACE), Florencio Markina.

Esta agrupación, así como la asociación conservacionista Grupo para la Recuperación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (GREFA), la firma Estudios Medioambientales S.L. (ESMA), la Unión Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC), la Unión Agroganadera de Álava (UAGA) y el Departamento de Ingeniería Forestal de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) han constituido el Grupo Operativo Capreolus, mediante la que se ha puesto en marcha esta novedosa iniciativa enmarcada en los planes de desarrollo rural que impulsa el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

A través de este grupo de trabajo se pretende desarrollar un proyecto encaminado a “evitar el impacto de la muerte de la fauna por la acción de la maquinaria agrícola”, apunta Markina. A la espera de una encuesta que pretenden realizar a nivel estatal y que determine el número de ejemplares afectados, por el momento se han puesto en contacto con casi una treintena de agricultores de Araba, que ha permitido constatar que “entre el 30 o el 40% de los agricultores consultados han reconocido haber tenido incidencias de este tipo”.

Daños y contaminación

Además del respeto al medio natural que supone la implantación del proyecto, Markina apunta otras razones que han propiciado el apoyo de los agricultores a la iniciativa. Entre esas causas apunta “los daños que puede sufrir la maquinaria cuando las segadoras o las cosechadoras atrapan a un corcino” o también “la contaminación y a las enfermedades que puede trasmitir un animal muerto tras haber sido ensilado en una bala de hierba o de paja”. 

Estas circunstancias están propiciadas porque, frente a otros animales que huyen ante ruidos o la presencia de depredadores, los corcinos tienden a mantenerse lo más ocultos e inmóviles posible hasta que pasa el peligro. Por esa razón resulta poco efectiva la práctica desarrollada en la actualidad de detectar su posible presencia a pie de terreno debido a su gran habilidad para esconderse entre la vegetación. La búsqueda con perros de rastreo tampoco resulta muy efectiva porque la madre lame a conciencia a los corcinos con la finalidad de ocultar su olor.

Ante esas premisas, el proyecto que desarrolla el Grupo Operativo Capreolus toma como base la detección de los corcinos mediante cámaras térmicas que son instaladas en drones. Las imágenes obtenidas son analizadas a continuación mediante un software especialmente desarrollado, que está basado en otros similares utilizados en investigaciones punteras destinadas a realizar censos de animales salvajes.

Precisión

El software logra que las imágenes térmicas analizadas en el ordenador puedan ser discriminadas, se logre identificar las manchas térmicas y se determine con precisión al animal del que se trate. El reto inmediato, sin embargo, pasa por conseguir realizar la identificación “a tiempo real, es decir, que podamos hacerlo en el campo, poco tiempo antes de que el agricultora comience a cosechar”, señala Markina.

Aunque para lograr ese objetivo disponen de un margen de casi un año, los promotores de la iniciativa han determinado que las primeras actuaciones se lleven a cabo en cuatro parcelas concretas que estarán ubicadas en zonas de Araba, Nafarroa, La Rioja y Castilla-La Mancha.

Este proyecto que contará con la experiencia en el desarrollo de sistemas de censo con cámara térmica desarrollado por el Departamento de Ingeniería Forestal de la UPM, “podría tener en el futuro nuevas aplicaciones relacionadas con otras especies como rapaces, perdices, conejos, liebres…”, subraya Markina.

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