Un día malo para cazar. Hace un viento muy fuerte que acentúa la sensación de frío, así que me he puesto toda la ropa que traía y aún no se me quita esa sensación gélida del cuerpo. Estoy de mala leche. Esta mañana, en el bar, se han contabilizado muchas faltas entre monteros y puestos. La previsión del tiempo no ha sido buena y hay quien dispone de más de una cuadrilla para cazar, ya sea porque tienen invitación o porque está apuntados a las dos.
El resultado es que la cuadrilla se encuentra mermada de posibilidades con peligro evidente de que el madrugón no sirva para nada por escasez de medios. El concepto moderno de la vida lleva aparejados resultados con éxito. No resultados, no éxito. Dan igual los valores no materiales como el sentido de ‘cazar’ y no digamos nada del concepto de ‘cuadrilla’ y su pertenecía. Se paga por cazar en una cuadrilla después de una valoración subjetiva y muy meditada de los beneficios que conseguiremos en función del precio pagado. ¿Dónde están aquellos tiempos en los que el hecho de pertenecer a tal o cual cuadrilla era un marchamo de calidad? ¿Desde cuándo se ha perdido aquel compañerismo que igualaba clases sociales y donde la jerarquía venía dada por lo buen o mal cazador que era cada uno? ¿Qué paso de aquellas cenas después de la cacería donde se hablaba de la jornada y donde los novatos aprendían de los jugosos comentarios, puyas y chanzas que se hacían entre aquellos viejos y sabios cazadores?
Os diré el concepto actual de un gran cazador. Tiene un rifle Blaser, o similar, de gran precio. Ha ido a un safari en África y ha matado dos ñúes, una cebra y dos facoceros seguramente desde le coche en una granja cinegética. Habla de ir a cazar a Rusia donde le han dicho que además te ponen una ‘secretaria’ por un plus (qué es eso para el gran cazador?). ¡Ah! Lleva un año en esto de la caza y se ha leído, o mejor, estudiado, todos los catálogos de armas que están en Internet. ¿Es o no un gran cazador?
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