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El Reich animalista

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«El animalismo salvaje, una perversión del debido amor y respeto a los animales, ha emponzoñado la sociedad disfrazado de buenismo, de superioridad moral e intelectual para encubrir una pobreza que da miedo»

San Antonio Abad bendijo a los animales domésticos por darnos compañía y a las bestias por ayudar al hombre en las faenas del campo. No sé qué pensaría el santo, sabio por su observación de la naturaleza, si abriese el ojo en este siglo XXI que demoniza al hombre y encumbra al animal. El animalismo salvaje, una perversión del debido amor y respeto a los animales, ha emponzoñado la sociedad disfrazado de buenismo, de superioridad moral e intelectual para encubrir una pobreza que da miedo. Es el Reich Animalista.

La tauromaquia, un modelo ejemplar de ganadería y del ecosistema sostenible de la dehesa, era solo la punta del iceberg. Después vendría la caza, la pesca, la leche, la carne, los huevos, la muerte del mundo rural en una España que busca soluciones para sus provincias vaciadas y sienta a la vez en el Gobierno a quienes mastican la palabra prohibición entre los dientes.

Desquiciadas con ordeñadoras en sus pechos anuncian que robamos la leche a los terneros; iluminados que se manifiestan frente al Museo del Jamón contra la esclavitud de los cerdos o las ridículas voces que en Zamora han denunciado la utilización de camellos en la Cabalgata. Sustituyen los perros por los hijos que ya no nacen en la vieja Europa; creen a pies juntillas que un toro bravo, diseñado genéticamente para matar, es un peluche indefenso; ignoran que la superpoblación de jabalíes arruina los sembrados. Hacen que las multinacionales del mascotismo (que sostienen desde Holanda, Suiza y Estados Unidos todo el entramado del Reich) generen un pastizal indecente en artículos de lujo, abriguitos de marca, productos gourmet o champús especiales para esponjar pompones en el rabo. Pobres animales, despojados de su maravilloso, mágico, instinto.

No se pueden defender los derechos de los animales pisoteando la dignidad humana, deseando la muerte de un niño con cáncer por soñar el toreo o acosando a la joven viuda de un torero. Soy taurina, amo a los animales, piso el barro del campo; dos gatos maravillosos guardan mis sueños y dos mastines a los que adoro mi vida. Y creo que, por encima de sus «derechos», somos nosotros, los hombres, los que tenemos la obligación de cuidarlos y protegerlos, de preservar el equilibrio natural y de respetarnos también entre nosotros como seres racionales y libres. Palos a mí en el nombre del Reich.

Fuente. ABC

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Redacción periódico digital Desveda #caza #pesca #tirodeportivo #rural #naturaleza

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