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Los jabalíes también visitan O Grove

Hace unos años, los alumnos del instituto de As Vizocas emprendieron una recogida de firmas para lograr el llamado xabaindulto. Con esa campaña, pretendían lograr que la Televisión de Galicia rehabilitase el programa Xabarín Clube, todo un clásico infantil presentado por un porco bravo animado. Quizás pensando que el indulto era generalizado, desde hace tres años grupos de jabalíes han decidido hacer incursiones en la península meca en busca de un alimento que se les ofrece, sabroso e indefenso, en las tierras cultivadas de la parroquia de San Vicente.

Estos cerdos salvajes no entienden de límites, ni de normas, ni de propiedades privadas. Y a su paso dejan un reguero de destrozos que lleva a los agricultores a protestar y a las administraciones a autorizar batidas o, técnicamente hablando, «esperas» de los jabalíes. Este año, tras causar destrozos en varias propiedades a lo largo del mes de agosto, tres de esos animales han caído ante las escopetas de la Sociedade de Caza San Martiño.

Los tres ejemplares que se han cobrado los cazadores pesaban entre 70 y 80 kilogramos. Se toparon con su destino en las zonas de Castiñeira y Con Negro, ambas en la parroquia de San Vicente. Dos puntos que, al parecer, frecuentan cuando se hallan de visita en O Grove. Y es que los jabalíes, explican en San Vicente, no se han decidido aún a escoger la península meca como lugar de primera residencia. Cuando llega la época de las cosechas de maíz y de patatas, alertados por un sexto sentido animal, cruzan el istmo de O Bao y se acercan a las tierras cultivadas de San Vicente para saciar su apetito. Tras disfrutar durante unas jornadas de la zona, vuelven a emprender camino y salen de O Grove por donde habían entrado.

Permisos

Pero esas visitas intempestivas e indeseadas no pasan desapercibidas. Y cuando los destrozos que causan los animales se hacen evidentes, se pone en marcha un mecanismo para acabar con el problema. Organizar las «esperas» de los jabalíes no es una tarea sencilla: exige dar toda una serie de pasos administrativos que comienzan con la visita a la zona de técnicos de Medio Ambiente que certifican la existencia de daños causados por los animales y que acaban con un grupo de cazadores, todos ellos expertos, apostados de noche en los montes, aguardando a que los porcos bravos salgan de sus escondites y se hagan visibles.

Para participar en estas expediciones nocturnas, explican desde la sociedad de cazadores de O Grove, es necesario tener experiencia. El jabalí no es un animal que se amilane, y cuando de la oscuridad se escapa un ruido es preciso tener sangre fría suficiente para encender el foco, alumbrar el punto en el que se ha escuchado algo y, si es necesario, dar un tiro certero.

Máxima seguridad

Como con la seguridad no se juega, las esperas que hasta hace unos días se han realizado en San Vicente han estado sujetas a unas estrictas normas de seguridad. Entre otras cosas, se señalizan con carteles las zonas que los cazadores van a vigilar, a fin de advertir a cualquiera que esté paseando por el lugar. Y todos los que participan en el ejercicio visten un chaleco reflectante para hacerse bien visibles.

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