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Más pájaros que ciudadanos

José Ángel Isasi, un educador social y miembro de la sección de anillamiento de aves de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, descubrió por casualidad hace un par de semanas una colosal concentración de pinzones reales en el Gorbea. Los pájaros, procedentes de Escandinavia o Siberia, suelen pasar el invierno en el monte que separa Álava de Vizcaya en un grupo de «200 o 300 ejemplares como mucho», explica Gorka Belamendia, técnico del Centro de Estudios Ambientales de Vitoria. Sin embargo, el hallazgo de Isasi se encuentra muy lejos de lo que hasta ahora solían acoger los hayedos del paraje. «Como mínimo puede haber dos millones de aves», apunta Belamendia, todo un espectáculo, como define su descubridor, hasta ahora nunca visto en la Península Ibérica, al menos desde que en los años sesenta se empezasen a registrar las migraciones de aves.

«Cuando llevas muchos años trabajando con bichos tienes los sentidos un poco entrenados. Cualquier movimiento en el cielo te puede llamar la atención», explica Isasi. Este voluntario del área de migración de aves de Aranzadi se dirigía a su trabajo el último jueves de noviembre cuando, al pasar por el puerto de Barazar, mientras rompía el alba, observó una bandada de pajaros casi infinita. «Parecía que nunca acababa», relata Isasi, quien decidió parar su coche y comprobar qué tipo de aves llenaban el cielo.

«Fui a un lado y a otro, buscando un lugar desde donde los pudiese ver de cerca. En ese momento me di cuenta de que estaban saliendo de un dormidero, porque al ser tan temprano no podían venir de muy lejos. Regresé por la tarde y me los volví a encontrar». El mismo espectáculo, pero en dirección opuesta. Las aves volvían a las vaguadas del Gorbea, donde pasarán el invierno.

Todos los años por estas fechas pequeñas bandadas de pinzones reales cruzan los Pirineos y, en grupos de un par de centenar de ejemplares, se distribuyen por los hayedos de la península, explica Balmendia. «La concentración de este año en el Gorbea se suele registrar en otros puntos de Europa. En Francia se han contabilizado dormideros de hasta cuatro millones y en Suiza, de 100», precisa.

Los especialistas, que aún investigan el fenómeno, todavía no han podido determinar el número exacto de aves de dicha especie que este año han cruzado la frontera. Apuntan a un mínimo de dos millones, pero podría haber más. Tampoco han podido comprobar si el dormidero del Gorbea ha sustituido al francés.

Sí parecen tener claro qué explica tal inusitada concentración de pinzones reales. «Este año la producción de hayucos [el fruto del haya] ha sido muy buena. Los montes vascos se encuentran con una alta carga alimentaria para estas aves», sugiere Balmendia. «Es una de las hipotesis que barajamos y fundamental si los pájaros no han encontrado alimento en los bosques europeos. También han influido las fuertes condiciones climatológicas que hasta ahora se han registrado en Francia, que puede haber obligado a estas aves a desplazarse a territorios más cálidos», continúa.

El pinzón real, un pájaro pequeño -14 centímetros de longitud y 25 de envergadura media-, parece haber encontrado en el Gorbea el lugar perfecto para pasar el invierno. «Se encuentran en una zona en que hay dos vaguadas, un área de unas cinco o seis hectáreas donde la mayoría de árboles proceden de repoblaciones forestales de ciprés, abeto y pino», describe Isasi. «Son árboles, sobre todo el ciprés, de follaje muy cerrado y que ofrecen buen abrigo. Y, al estar en una vaguada, las aves quedan resguardadas de los vientos y de temperaturas excesivamente bajas», incide.

Isasi anima a los aficionados de las aves a acercarse al Gorbea para observar a los pinzones, siempre que se respeten las normas de acceso al parque. Estos pájaros, aunque de vistosos colores, son especialistas en camuflarse, según Balmendia. «Tienen el pecho de color naranja amarillento, el abdomen blanco y la espalda de tonos castaños. Y los machos, a partir del invierno, cuando comienza la época reproductora, tienen el plumaje de la cabeza negro», detalla . Con esas caraterísticas, a simple vista parecen hojas colgando de los hayedos, pero una mirada atenta puede descubrir miles de ellos. Hasta casi más que vascos (2.178.339, según los ultimos datos oficiales del padrón de 2010).

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