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Una plaga de conejos amenaza la zona vinícola más importante de El Bierzo

No se sabe de donde provienen, lo que parece claro es que no son autóctonos. Se sospecha que hace unos años fueron introducidos por los cazadores en algún coto de la comarca y los roedores saltaron el perímetro poniendo en peligro una extensa zona vinícola, tal vez la más importante de toda la DO Bierzo.

Hace dos años ya hicieron de las suyas en Otero de Toral, causando importantes destrozos en los viñedos. Pero en aquella ocasión el foco estaba más localizado.

“Ahora es peor y no ha hecho más que empezar”, asegura un viticultor.Lo cierto es que el área de actuación de este conejo de procedencia incierta, probablemente australiano, se ha extendido por Parandones, Cacabelos, Pieros, los dos Valtuille y ya causa daños en los viñedos deVillafranca, como confirma Alejandro Luna, propietario de la bodega Luna Beberide, con sede en Cacabelos, pero con importantes extensiones de viñedos en el término villafranquino y que está sufriendo en sus parcelas los ataques de los roedores. Daños importantes, porque esta especie, más pequeña que el conejo autóctono y con el hocico mucho más afilado, trepa por el tronco de las vides y, literalmente, las destroza. “Ya no es tanto que se pueda comer las ramas verdes o los racimos en su caso, sino que condena a muerte a las cepas”, comenta.

Aseguran quienes más saben sobre esta plaga, que las cunetas y taludes contiguos a los viñedos están plagados de madrigueras y que los animales salen, atacan a las vides más cercanas a los linderos y se vuelven a esconder, una práctica de guerrillas contra la que los viticultores se muestran indefensos.

El veneno está prohibido, porque sus consecuencias son peores que los daños que se pretenden evitar. Algunos productores, en su desesperación, intentan proteger los linderos del viñedo por donde penetran los conejos instalando una tela metálica, pero esta es una solución parcial, porque nada impide que los roedores escarben y hagan pasos por debajo de la tela metálica, y porque sólo vale para pequeñas extensiones de viñedos, pues es obvio que resulta poco operativo y muy costoso vallar una parcela de varias hectáreas.

Llegados a este punto, y a falta de una receta mejor, sólo cabe aplicar una solución: lo que se denomina el descaste mediante la utilización de hurones, animales que causan verdadero terror a los conejos. El sistema es aparatoso, pero a decir de los expertos, muy eficaz. Se requiere previamente una limpieza o desbroce de la maleza de las cunetas y los taludes para, posteriormente, identificar la zona de las madrigueras y tender redes para capturar a los conejos. Cuando ya está todo preparado se introduce el hurón en una de las madrigueras, que suelen tener varias salidas, y los conejos salen en desbandada yendo a caer en las redes.

Se dice mejor que se hace, porque requiere una buena preparación y obtener el permiso de la Junta de Castilla y León para poder llevar a cabo el descaste.

Además, todos los conejos capturados han de ser sacrificados, excepto los que la autoridad sanitaria requiera para hacer los correspondientes análisis y pruebas sobre la posible existencia de enfermedades y epidemias, de ahí que en este tipo de operaciones, además de un técnico de medio ambiente de la Junta, suela personarse el Seprona, que también debe ser notificado.

Por si fuera poco, este tipo de descastes deben practicarse con cierta periodicidad, pues siempre se salvan algunas parejas de conejos y ya se sabe como se reproducen, sobre todo cuando tienen alimento garantizado, algo que en este caso van a tener abundante en cuanto empiecen a madurar las uvas. De ahí la enorme preocupación de los viticultores, pues si hace dos años, sólo en la zona de Toral de los Vados se comieron unos 50.000 kilos de uva, aquello parece una nimiedad al lado de lo que puede llegar a pasar ahora, pues los daños de la plaga, si no se pone remedio en estas etapas más incipientes, pueden llegar a ser catastróficos para uno de los sectores económicos más importantes y pujantes de la comarca berciana.

“Es una lástima que los conejos no coman cemento, porque podían comerse a Cosmos”, afirma un bodeguero afectado haciendo una broma triste sobre otra de las grandes amenazas del sector vinícola y agroalimentario de El Bierzo:la incineradora de residuos que está poniendo en marcha la cementera Cosmos en Toral de los Vados y que puede sentenciar a muerte a estos sectores que generan miles de empleos, pero que, ya sea por las emisiones contaminantes o por la dañina acción de las plagas, se encuentran sometidos a un grave y continuo acoso.

Muy resistente y dañino

Óscar Luis Pérez es un joven fruticultor de Carracedelo que hace un par de años se llevó una desagradable sorpresa: os conejos le habían destrozado una hectárea de frutales, concretamente de árboles de pera conferencia (producto con sello de calidad). Los animales roen la corteza desde la base y condenan a muerte al árbol, lo que acrecienta las pérdidas económicas, porque para reponer los árboles, como las vides, se precisan varios años. “Estos conejos no son como los nacionales:trepan por el tronco del árbol hasta una altura de metro y medio. Se trata de un conejo muy resistente y muy dañino”, asegura Pérez, quien confiesa que fue a raíz de aquel desastre cuando empezó a familiarizarse con la técnica del empleo de hurones y ahora es un auténtico experto que brinda sus conocimientos y sus animales a los viticultores para que hagan lo mismo que él hizo en su día.

 

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