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La gestión de poblaciones cinegéticas contribuye al control de los parásitos

La gestión de poblaciones cinegéticas contribuye al control de los parásitos

La acción de los cazadores resulta crucial para evitar la transmisión de enfermedades que pueden afectar a los humanos

PAMPLONA – Con la primavera comenzó también la época en la que los parásitos incrementan su número y, con ello, aumenta el riesgo de que transmitan enfermedades al ser humano en su contacto con la naturaleza. En esta coyuntura, los cazadores aportan una función clave en el control de las poblaciones de la fauna cinegética, ya que la sobreabundancia de ejemplares de jabalíes, corzos, ciervos o conejos es uno de los factores que multiplica la posibilidad de transmisión de patologías que pueden resultar graves en las personas.

Normalmente, los parásitos que suelen presentar este tipo de animales son pulgas, garrapatas, mosquitos y ácaros. Algunas de las especies cinegéticas son especialmente propensas a diversas parasitaciones, principalmente, a la de las garrapatas, que son con las que se deben tener más cuidado, debido a que el hombre es un hospedador accidental de algunas de sus especies. En ocasiones, los seres humanos son víctimas de enfermedades que transmiten, como la Fiebre Hemorrágica Crimea-Congo, la enfermedad de Lyme, la tularemia, la anaplasmosis… La lista de patologías que pueden ser transmisibles a las personas no está exenta de riesgos.

Nicolás Urbani, asesor técnico veterinario de la Federación Navarra de Caza, hace hincapié en el cuidado que, sobre todo en esta época, han de demostrar los cazadores. «Cuando se procede a la manipulación de los animales abatidos, es muy importante que se tomen todas las precauciones posibles, porque el cazador puede tener ahí un contacto directo con esos vectores», avisa. Al mismo tiempo, recuerda algunas de las recomendaciones que se trasladan periódicamente al sector y a cualquier persona que realiza sus actividades en el medio natural, como emplear ropa de manga larga o utilizar repelentes.

Asimismo, subraya que se debe proceder a la desparasitación externa de los perros o hurones que hayan participado en actividades cinegéticas, por motivos de sanidad animal y salud pública. «Los tratamientos profilácticos preventivos, vía espray, pastillas o collares, previenen también la transmisión desde la fauna silvestre a los animales compañeros de caza», sostiene.

Por último, incide en que a los cazadores les sorprende a veces algunas de las enfermedades graves que transmiten estos vectores. «La enfermedad de Crimea-Congo, por ejemplo, se categoriza como emergente en España. Las últimas muertes declaradas oficialmente del ser humano se han dado en cazadores. Desde luego, son situaciones excepcionales, pero hay que tenerlas en cuenta para emplear herramientas de prevención y participar en divulgación específica, como la del cazador formado en sanidad animal», concluye.

De la misma opinión es Javier Lucientes, catedrático del Departamento de Patología Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza. En su opinión, hay varios factores que están provocando que cada vez haya un mayor número de estos parásitos. «El cambio climático está propiciándolo, porque los inviernos son más suaves que antiguamente, por lo que las garrapatas no mueren en invierno y, cuando llega la primavera, sus poblaciones se disparan. También está el abandono del campo, ya que antes había mucha más actividad ligada al medio ambiente y, por ello, los jabalíes o los ciervos, que son la fauna cinegética más responsable del mantenimiento y la diseminación de estos artrópodos, disponen de más espacio para aumentar sus poblaciones», reseña.

Por otro lado, destaca que muchas de estas enfermedades, que pueden producir graves secuelas en el ser humano, normalmente no afectan a la fauna silvestre. «Aunque en los animales no exista una manifestación de sintomatología, actúan como reservorios de estos patógenos, que sí que pueden incidir en el ser humano, por lo que se deben tomar precauciones cuando se interactúe con las piezas abatidas», manifiesta.

En este sentido, afirma que es trascendental no abandonar vísceras de animales cazados en la naturaleza, debido a que estas pueden servir de alimento a otra fauna que pueda verse afectada por los parásitos. En el caso de los perros, las tenias que sufren presentan su fase larvaria en las vísceras del conejo. Por otra parte, remarca que, para evitar la expansión de la triquinelosis en los jabalíes, todo ejemplar cazado debe ser inspeccionado por un veterinario.

Fuente. noticiasdenavarra.com

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