La prohibición de la caza del lobo puede resultar contraproducente para su gestión
La implantación de una nueva normativa que pretende defender la expansión de esta especie puede mermar las poblaciones, tal y como sucedió en Portugal
J. Zengotitabengoa
La inclusión de todas las poblaciones de lobos (Canis lupus) en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, tras su aprobación por parte de la Comisión Estatal de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, supondrá que esa especie animal deja de ser especie cinegética una vez que la Orden sea publicada en el Boletín Oficial del Estado.
La medida decretada por el Ministerio de Transición Ecológica, que pretende poner en valor “su importancia como patrimonio cultural, científico, así como los servicios ambientales que produce la presencia de esta especie en los ecosistemas naturales”, puede tener un efecto contrario al pretendido, según señalan desde diferentes sectores.
Para Juan Antonio Sarasketa, Presidente de ADECAP-Asociación para la Defensa del Cazador y Pescador, la medida es “un verdadero disparate que no se puede sostener” porque pretende defender a un animal que “tiene muy desarrollado el instinto predador, lo que le lleva a provocar grandes daños en la ganadería extensiva, ya que además de matar todo lo que pueda, provoca que muchos animales queden heridos, que tengan problemas en los partos…”.
La nueva normativa que prohibirá la caza del lobo supone para entidades como Artemisan situarse en una situación de “indefensión”. De hecho, su director general Luis Fernando Villanueva considera la implantación de la nueva legislación “una injusticia, porque se trata de un movimiento puramente político, sin ninguna base científica ni técnica, y sobre todo con una incidencia y que tendrá grandes consecuencias en el medio rural”.
Amenaza inexistente
La opinión es plenamente compartida por Mario Sáenz de Buruaga, biólogo y Director de Consultora de recursos Naturales, quien señala que “la decisión es política y por tanto está fuera de la esfera donde trabajo, que es la científica. El lobo atraviesa un buen momento poblacional en casi todo el tercio noroccidental de España. Así que si la inclusión del lobo en el Listado se desea respaldar por una hipotética situación de amenaza para la especie, digo con rotundidad que es falsa. Y es ilustrativo que así lo pensemos los distintos equipos que hemos tenido la dirección científica del censo en las comunidades autónomas en las que se identificó el 98% de las manadas existentes en todo el Estado español”.
En total, en el Estado español viven en la actualidad unas 300 manadas que agrupan “a más de 3.000 lobos, lo que sitúa a la especie como la segunda población más importante de Europa en cuanto a su número”, según detalla Villanueva. Aunque en la actualidad no existen colonias estables en Euskadi, se ha detectado la presencia ocasional de lobos provenientes de Cantabria y de Castilla y León y el año pasado se contabilizaron “un total de 43 ataques en Bizkaia, sobre todo en zonas de Orozko y Zeanuri, pero también en Karrantza, además de otros 23 ataques que se produjeron en zonas de Araba”, según señala el coordinador del sindicato ENBA, Xabier Iraola.
Quienes defienden la caza del lobo para regular sus poblaciones reconocen que “cada año se producen en el Estado español en torno a 5.400 ataques al ganado” según Villanueva, lo que lleva a Sarasketa a asegurar que “los ganaderos no se van a cruzar de brazos y antes de morir económicamente van a tener que tomas algunas decisiones, porque es su forma de vida y no tienen otra cosa”.
Reducción de poblaciones
Aunque la normativa aprobada contempla una implicación del Estado en “un incremento de las indemnizaciones que se abonarán por los daños causados por los lobos, además de abrirse una línea de ayudas para el pastoreo extensivo en las zonas en las que se convive con animales carnívoros”, Iraola cree que “eso es un cachondeo para intentar comprar por cuatro duros a los ganaderos que se verán afectados”.
Aunque la aplicación de la nueva legislación podría tener como consecuencia lógica un incremento en el número de lobos, la realidad es que puede suceder todo lo contrario. Desde diferentes sectores recuerdan que en Portugal, donde se aplica una legislación que protege esta especie de forma estricta, las poblaciones han disminuido, mientras que, por el contrario, se han incrementado en zonas del Estado español en las que se ha realizado una gestión cinegética de la especie.
Sáenz de Buruaga ahonda en esta afirmación al asegurar que “lo que el papel soporta no suele ir correlacionado con lo que ocurre en el campo en el caso del lobo. Portugal tiene a la especie protegida desde hace décadas y el lobo va hacia abajo. Claro, el veneno y el furtivismo hacen de las suyas”.
En este sentido, este especialista que es autor de obras como ‘Lobos: Población de Castilla y León. Situación en España’, apunta que “quiero pensar que la inclusión del lobo en el Listado no será respondida con actos delictivos, es algo a lo que apelo. Dicho ello, la mayoría de quienes trabajamos con lobos pensamos que las decisiones taxativas que suponen cambios no consensuados en lo más básico siempre agravan el escenario lobo-ganadería. Es lo que ha sucedido y la preocupación es muy grande”.
Si la nueva normativa tiene como resultado la expansión de las poblaciones de lobos, la consecuencia será, en opinión de Iraola, “el incremento en la angustia entre los pastores, tanto de ganado ovino, como vacuno o equino, que en zonas de los Picos de Europa ya les está llevando a abandonando la actividad y, por lo tanto, incide en la menor producción de quesos”. En el caso de Euskal Herria, la consecuencia será que los pastores optarán por modelos extensivos cerca de sus casas sin subir a los montes, lo que incidiría en la calidad de la leche que producen las ovejas latxas y carranzanas con las que se elabora el queso de Idiazabal”.