Este fin de semana comienzan las visitas guiadas que permiten conocer los entresijos de la captura de palomas con red, una actividad ancestral con seis siglos de historia en las Palomeras de Etxalar.
Con la llegada del mes de octubre el collado de Iarmendi vuelve a convertirse en un atractivo punto de encuentro para los seguidores de una modalidad de captura ancestral de palomas con red y de los cazadores de estas columbiformes. A ellos se suman desde hace quince años los participantes en las visitas guiadas a las Palomeras de Etxalar que concita un gran interés.
La temporada de las palomeras en Etxalar comenzó el pasado lunes y se prolongará hasta el 20 de noviembre y aunque la captura mediante redes o la caza se prolongará a diario hasta el 20 de noviembre, las visitas guiadas únicamente tendrán lugar los sábados, domingos y festivos a partir de las 11.00 horas. Quienes deseen disfrutar de esta actividad ancestral y singular tendrán como guía Laura Elizagoien, con quien pueden ponerse en contacto a través del teléfono 690 26 77 56 o del correo electrónico usategiak@etxalar.eus.
La propia Elizagoien recuerda que “esta actividad se desarrolla desde hace más de 600 años” y se compatibiliza con la caza con escopetas. Al tratarse de una modalidad propia del patrimonio cultural arraigada en la tradición y que es única en la península ibérica, la actividad está reconocida como Bien de Interés Cultural.
Durante los casi dos meses que se prolonga el pase de las columbiformes, “los palomeros tienen preferencia sobre los cazadores”, señala Elizagoien. En las jornadas en las que las condiciones climáticas son favorables, el palomero mayor realiza un toque de corneta para que comience la actividad de las personas que actúan con las redes. Su labor se prolonga hasta que el propio palomero mayor realiza dos toques de corneta que da inicio a la actividad de los cazadores apostados en los puestos concedidos mediante subasta por el Ayuntamiento de Etxalar.
La actividad de caza con redes en las palomeras de Etxalar es un derecho que pertenece a la familia Gaztelu, que se encarga de contratar a las personas encargadas de su desarrollo. Ocho personas están subidas en las palomeras y otras cuatro tienen encomendada la tarea de recoger las palomas vivas que han quedado atrapadas en las redes.
Como un embudo
La labor de las personas ubicadas en las ‘trepas’, unas torres o plataformas situadas entre 10 y 20 metros de altura y camufladas en la vegetación, consiste en dirigir las bandadas de palomas en la dirección deseada. “Las palomeras están ubicadas en un collado que tiene una forma de embudo y la tarea de los palomeros consiste en dirigirlas hacia la zona más estrecha donde están ubicadas las redes”, señala Elizagoien.
Para conseguir su objetivo, quienes están en las palomeras agitan unas paletas de madera de haya, que “son similares a las palas de ping-pong y que para las palomas tienen similitud con las aves rapaces”, lo que permite controlar la altura y hacer descender a las bandas. Los ‘zatarrak’, por su parte, agitan trapos blancos atados a palos de madera que asustan a las aves y hacen posible dirigirlas en la dirección deseada.
Tras esas operaciones, llega el momento de accionar las redes levantadas verticalmente, que se izan mediante un sistema de poleas y que son accionadas para caer con rapidez para atrapar a los grupos de palomas.
Las visitas guiadas que permiten observar de cerca todo el proceso tienen una duración aproximada de una hora y media, durante la que se ofrece un audiovisual, se ofrecen una explicación sobre el sistema de captura y las herramientas y elementos utilizados y a continuación se realiza un recorrido de un kilómetro que permite aproximarse a las redes. Aunque existe la posibilidad de acercarse a la zona por libre, la visita guiada que cuesta cinco euros para los adultos y cuatro para los menores o los grupos, ofrece la oportunidad de entrar en el área restringida y poder ver todo el proceso de primera mano.