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«Con la caza he conseguido estar en contacto con la naturaleza y sentirme viva»

«Con la caza he conseguido estar en contacto con la naturaleza y sentirme viva»

Ángeles Marcos es una profesora de educación para adultos; una madre de familia que vive su día a día como cualquiera de nosotros, pero que cada vez que llega la época de desveda se cuelga la escopeta al hombro y se prepara para vivir una jornada de pura adrenalina. Esta gallega conoció el apasionante mundo de la caza de la mano de su marido, el articulista cinegético Francisco Chan, al que considera su maestro y con el que comparte todas sus experiencias como una más del grupo. Batida tras batida, Ángeles se ha enganchado a una afición con la que reconoce «haber pasado momentos maravillosos y conseguir, por primera vez, la sensación de tener la mente en blanco, de desconectar totalmente».

– Llama la atención que tu pasión no viene precisamente de familia, sino que fue gracias a tu marido, Francisco Chan, que es un gran aficionado a la caza. Contraéis matrimonio, ¿y qué ocurre?

Nos casamos muy jóvenes; Francisco solo tenía 21 años y lo curioso es que venimos de entornos distintos, él de uno muy rural y yo de un entorno semi urbano. Tenía miedo a los insectos, a las briznas de hierba, tenía miedo a todo… Y fue a partir de contraer matrimonio que comenzó esa aficion suya por el mundo de la caza.

– ¿Cómo fue ese momento, cuando le dices a tu marido que, aunque la caza no es una de las cosas que más te llamaba la atención en aquella época; que quieres acompañarlo y ser partícipe de ello?

Fue algo que surgió de forma natural. ??l comenzó a practicar la caza menor y yo me limitaba a acompañarlo, por ejemplo, a la siembra de conejos, a las vigilancias nocturnas para evitar furtivismos… y me fui acostumbrando al monte, a los sonidos, me encontraba cada vez más cómoda. Por otro lado, veía que cada vez que él iba a cazar venía feliz, así que me planteé probarlo, quería conocer esa felicidad que a él le aportaba la caza. Así que un día le comenté que quería probarlo.

– Antes de decidir salir al campo ???puro y duro???, tú comenzaste en un campo de tiro para familiarizarte con la escopeta, ¿no?

Sí, porque aunque mi familia no es aficionada a la caza, nunca han sentido ningún prejuicio en ningún sentido por ella, de hecho fue mi abuela quien me animó a probar con el tema de la escopeta porque siempre ha tenido una visión muy natural del papel de la mujer en la caza, lo consideraba muy noble. Así que empecé a practicar en el campo de tiro, a ver qué tal se me daba y resulta que, para sorpresa de todos, no se me daba nada mal.

– Y llega el gran día??? sales al campo con la cuadrilla de Francisco, y ¿cómo fue esa primera experiencia?, ¿cómo fue la reacción de los acompañantes?

La primera vez fue desastrosa y pasada por agua. Fue en la Baixa Limia, en Orense y todo mi afán era que no se me notara que era una novata así que le dije a mi marido que no le contara a nadie que era la primera vez que salía al campo a cazar. El problema fue que al considerar que yo era una cazadora experimentada, me asignaron un puesto para mí sola. Llovía muchísimo y ahí experimenté la primera adrenalina de cómo trabajan los perros, del campo, de sentirte sola en un puesto,… fue una experiencia grata pero no paraba de preguntarme ¿qué hago yo aquí? Y además ese día no capturé nada.

– ¿Con qué atuendo saliste a cazar una de las primeras veces? He oído alguna anécdota sobre ello…

A ver, yo soy coqueta, presumida y me considero femenina como la mayoría de las mujeres y eso lo llevo a todos los órdenes de mi vida. Esto ocurrió el primer día que abatí una pieza; aquel día acompañé a mi marido a su puesto con la intención de que fuera él el que cazara y yo iba solo a acompañarle porque aún tenía mucho que aprender, de hecho, él ha sido mi maestro en el mundo de la caza. Yo iba ese día con una Mossberg, una escopeta americana.

De repente salió un jabalí, Francisco disparó dos veces y no le dio, así que decidí tirarle yo y conseguí abatirlo. Y ahora viene lo del atuendo, que por cierto, no era muy propio para el momento porque como todavía no sabía si la caza me iba a gustar o si resultaría una de mis aficiones, no había podido conseguir las prendas adecuadas para poder practicarla, así que ese día me planté con lo primero que pillé: unos pantalones de florecitas y un jersey de lana también con algún bordado froral.

Desde luego, los compañeros cuando me vieron llegar seguro que se preguntaron ¿y esta chica viene a cazar con ese atuendo y la Mossberg ahí colgada?

– A partir de ese día la caza se ha convertido en una de tus mayores aficiones, si no me equivoco… ¿qué significa la caza a día de hoy para ti?

Pues significa muchas cosas porque gracias la caza he conocido a unos amigos estupendos, he pasado unos momentos maravillosos, he tenido la sensación de tener la mente en blanco, de no pensar momentáneamente en ningún problema o agobio, desconecto totalmente. También me ha aportado el estar en contacto con la naturaleza, formando parte de ella, formando parte de un todo, me he sentido viva. La caza para mí no es una pasión en sí porque solo soy apasionada de mi marido, mi familia, mis hijos; pero la caza sí que me llena esos momentos que necesito para sentirme viva. Es algo muy importante.

– Aquí en Euskadi hay mucha afición por la caza menor (malviz, perdiz, sorda???). ¿Qué tipo de caza es tu preferida y dónde sueles ir a cazar?

La verdad es que la caza menor no la he probado nunca porque donde vivo la caza menor está prácticamente desaparecida pero, sin embargo, hay  mucha población de jabalí en la zona y con esta especie han sido todos los encuentros que he tenido. He probado batidas, aunque me encantaría realizar algún rececho que todavía no he tenido ocasión.

En cuanto a los lugares que frecuento para la caza, suelo ir a La Cabrera leonesa a un coto de un amigo nuestro recientemente fallecido y una de las mejores personas que he conocido. También voy a alguna reserva regional como la de Urbión en Soria, Los Ancares en León o Barreiro en Lugo.

– Si me permites la licencia, me pareces una mujer muy selectiva en lo que al ámbito cinegético se refiere, tanto por las piezas, como por los compañeros de batida.

Sí, es que cuando voy a cazar para mí lo que prima es la seguridad, entonces los compañeros son muy importantes, me gusta que sea gente concienciada, que no sean de gatillo fácil, que sean personas equilibradas y que vayan a pasar buenos momentos sin ser unos matarifes. Sobre todo tengo especial precaución en el uso del chaleco.

En cuanto a las piezas, me gusta la caza natural y que los animales tengan oportunidad. Pero incido en lo de la seguridad porque también he ido a cazar con mis hijos, así que eso es primordial. 

– ¿Cómo es tu relación con el resto de cazadores?, si es gente nueva con la que cazas, ¿suelen aceptar que una mujer entre en su círculo?

Es un poco curioso porque normalmente la gente mayor de más edad me aceptan muy bien. Fíjate que nunca he coincidido al ir a cazar con otra mujer; siempre soy yo la única y el resto son hombres. Quizás me llama la atención que son los más jóvenes los que al principio se muestran más recelosos; yo creo que es por lo que comentaba antes de dar una imagen de mujer coqueta, pero después cuando les demuestras que eres una más, te aceptan bien. Desde luego siempre he tenido muy buenos compañeros de caza.

– Vosotros tenéis dos hijos, supongo que, como en cualquier familia cazadora, habréis intentado compartir con ellos vuestra afición por el mundo cinegético, ¿no es así?

Pues sí, de hecho tengo un hijo y una hija y nunca hemos querido hacer ninguna diferencia por sexos en cuanto a la caza, así que hace ya unos 5 años que comenzaron a compartir con nosotros diferentes vivencias.

En principio mi hijo sí que es aficionado porque quería seguir el ejemplo de los padres y siempre se mostraba muy motivado, pero ahora pasa por un momento adolescente en el que le surgen otros intereses. Y mi hija al principio estaba muy animada pero con el tiempo ha descubierto que no es lo que más le gusta porque no es muy amiga de esperar durante horas hasta que surja la oportunidad, así que se aburre. Aunque me llama la atención que se le da muy bien el tiro al plato y también al pichón.

Finalmente me gustaría animar a todas las mujeres a que prueben esta afición y decidan; que lo intenten porque conozco a muchos amigos que les encantaría que sus mujeres lo acompañaran a cazar, de hecho, en algunas ocasiones muchos hombres le comentan a mi marido que sienten envidia sana de que su mujer lo acompañe a las cacerías y participe en ellas. 

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0 Commentarios

  1. Miguel Ángel Romero Ruíz
    0

    Qué alegría encontrame con mis buenos amgios aquí. Es más, casi coincido con ellos de forma virtual y física.
    Tanto Mª Ángeles, como su marido, son dos encantos de personas.
    UN ABRAZO

  2. Jokin
    0

    Me alegro de conocer que hay mujeres cazadoras. Creo que deberían de animarse mas a conocer el mundillo de la caza.

  3. Mª Ángeles Marcos Alonso
    0

    En honor a la verdad, tengo que puntualizar que mi marido sí le dió al jabalí del que hablo en la entrevista, pero… le dió «poquito»… yo lo maté, pero bueno la primera sangre… En fin hay que ser justos.

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