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Codornices

Imagen: Patatales donde se guarecen las codornices

¿Dónde estaban y están las codornices?

Las codornices este año han preferido las vegas y lugares húmedos a los antaño querenciosos páramos. Lo que no quiere decir que en los páramos no haya ninguna, ni mucho menos. Corros que salen fuera de toda lógica los hay por doquier. Salimos de un invierno sumamente húmedo y nos metimos en una primavera soleada con la suficiente humedad como para terminar una buena sementera. Sementera en la que se dejaron bastantes charcos que terminaron siendo corros improductivos donde crecieron las malas hierbas que no se cosechan. Corros sin sembrar o sembrados y malogrados por el agua que son excepcionales para la codorniz por las semillas de las hierbas silvestres (“malas hiervas”) y el cobijo que proporcionan a las codornices una vez cosechado el cereal y recogida la paja.

La excesiva humedad a lo largo del periodo de crecimiento de la cosecha propició que nacieran especies subyacentes en todos los sembrados que hicieron y siguen haciendo las delicias de las codornices. Eso sí, todos quedamos atónitos ante las heladas de los últimos días de mayo y los primeros días de junio donde hasta las golondrinas se murieron. Como siempre, hubo tormentas considerables que estropearon muchos nidos. La cosecha veraniega comenzó pronto y terminó tarde como consecuencia de lluvias, nieblas y fuertes rocíos que imposibilitaron cosechar en el tiempo previsto por los agricultores y por quienes fijaron las fechas de apertura de la MEDIA VEDA. En resumen, que nos encontramos ante una buena entrada de codornices de las que una parte de los nidos sucumbieron con las heladas de finales de mayo y las consabidas tormentas.

Pero las codornices  volvieron a criar tardíamente y eso está propiciando que haya codornices durante toda la media veda por no poderse marchar al ser pollos y porque la madre jamás los abandona hasta que no se valen por ellos mismos.

También se han concentrado cantidades fuera de lo normal en maizales, girasoles, patatas, remolachas, alfalfas y demás cultivos verdes en época de Media Veda, pero en estos lugares no se puede cazar aun cuando nunca falta algún sinvergüenza que los invade él o que mete a los perros para luego presumir de haber conseguido grandes perchas donde los demás las hicieron menores.

Sobre la abundancia de codornices en las vegas y humedales

Antaño, cuando se hicieron los pueblos, era indispensable para su mantenimiento que estuvieran ubicados a la orilla de un río o de un manantial con las pertinentes zonas húmedas (vegas) para cultivar los productos hortofrutícolas imprescindibles para vivir. Es por lo que la mayoría de los pueblos tienen una zona de vega o húmeda y otra zona seca, además de los montes, claro está. Si en esas zonas húmedas hay las suficientes linderas, aguadutos, terrenos baldíos y además se alterna el cereal con los productos verdes sin cosechar tales como los antes citados, los cazadores dirán que este año ha sido excepcional siempre y cuando se hayan juntado pocos cazadores en el humedal, pero si hubo muchos, las codornices se perrean y enseguida se esconden en los maizales y girasoles o entre otros productos sin cosechar, motivos todos ellos por los que los cazadores dirán que hubo pocas codornices en ese lugar.

Yo he hablado con gente de gran credibilidad y en el mismo coto unos me decían que mal y otros que bien. Eso me ha llevado muchas llamadas y no pocas averiguaciones junto a alguna metedura de pata precipitada que nunca di por sentada. La temporada hay que calificarla cuando se termina, si bien es cierto que en muchos cotos después del tercer día de caza queda poco o nada.
Si esas zonas verdes (humedales) de los pueblos se han convertido en monocultivos donde no hay fincas en las que se pueda cazar, los cazadores se irán al páramo y dirán que ha sido un año malísimo. Esto ocurre con frecuencia como consecuencia del paulatino abandono de los pueblos.

Quienes hayan pagado tarjetas de cotos donde predominen los páramos, dirán que es mal año. Pero si han cogido tarjetas donde predomina la vega con fincas de cereales y pajas suficientes como para aguantar a la codorniz, dirán que ha sido un año bueno (insisto).

Claro, para cuando los del páramo se enteraron de que estaban en la vega, ya se habían zurrado el primer día y luego no es igual. Pero si el coto no estuvo saturado de cazadores, hubo codornices para todos en su justa medida, que es la media de la docena por día y poco más, excepción sea hecha de los de la boina, que como están allí, se llevan las de ellos y las de los demás.  

La mala información

De la codorniz se sabe poco o nada y cualquier científico serio avalará esto que termino de enunciar. Por no saber,  no se saben ni las codornices que habrá el día de la apertura, pues la víspera se pueden marchar y de todos es sabida la mucha predisposición que  las codornices tienen a las micromigraciones a la menor alteración climática o de manejo de las cosechas en el campo,  a no ser que estén criando, claro está y vuelvo a insistir. Las hembras que tienen nido o polladas  se quedan aun cuando nieve a no ser que se las estropeé el nido o se las maten los pollos, pero los machos y las hembras sin nido  ni crías van de acá para allá sin un aparente orden ni concierto. ESTE AÑO SE ESTÁ REGISTRANDO UN MOVIMIENTO FUERA DE LO NORMAL.
 
Es cierto que tras muchos años acostumbrados a lo poco hemos bajado el listón hasta considerar que una docena diaria es una buena percha, docena que para sí la quisieran muchos cazadores el primer día. Docena que se ve multiplicada por cuatro a pocos corros que se encuentren, suerte ésta que no se debe de extrapolar. Docena que se queda chica para quienes se meten en: maizales, girasoles, alfalfas, remolachas, patatas y demás refugios donde se guarecen y gustan de estar las codornices después de haber comido y bebido.

Refugios verdes en los que algunos sinvergüenzas se meten a cazarlas a la hora de la comida o de la siesta, que es cuando no se deben de cazar. Las cazan a esas horas para que no les vea nadie y luego puedan presumir en la taberna del lugar de lo buenos cazadores que son. Pero a lo cobarde y vil de la acción,  se une el eco del que se hacen los que no entiendo por qué intereses pregonan que uno en tal lugar abatió las tantas y las cuantas sin preguntar cómo y porqué. ¡¡¡Pero hombre, si allí estuve yo y no oí más que quejas y quebrantos!!!. Luego, para más INRI, los ecos de sus hazañas llegan a donde los debieran de tamizar (insisto una vez más). Así que al día siguiente de la apertura tenemos a los medios de comunicación generalistas dando fe de la buena caza en un determinado lugar. ¡¡¡¡MENTIRA!!!!

Hay seres tan miserables e insolidarios que para destacar por algo en esta vida se están de principio a fin del día cazando y con perros de refresco para poder presumir de la pírrica miseria que es “atrapar” (qué no cazar) más codornices que los demás. Pobres diablos y necios quienes de sus capturas se hacen eco. Estos miserables de las grandes perchas cazan a la hora de la siesta metiéndose en los frutos para redondear y engrosar la percha. Son oportunistas que la hacen a la “chita callando”  conculcando la legalidad como es ir ellos por fuera de los sembrados y los perros por dentro.

Miguel Ángel Romero Ruíz, informático de profesión y tanto cazador como pescador de vocación. Miguel Ángel es, ante todo, un hombre que ama al Mundo Rural en todas y cada una de sus dimensiones. Nació en mayo de 1951 en Fuente Andrino (Palencia) y lleva más de 40 años fuertemente arraigado en Euskadi. Es un amante incondicional de las culturas autóctonas y por ende de las cazas tradicionales.

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0 Commentarios

  1. Luis Mari
    0

    Lo que me faltaba es que me llamen miserable e insolidario por cazar las horas que mi preparación y la de mis perros me lo permitan.
    Para cazar de principio a fin del dia hace falta sudar mucho la camiseta, y durante todo el año, y mantener en perfecto estado a los perros. Y ahora por eso soy un miserable y un insolidario.
    A mi no me hace falta presumir de nada, por que solo yo se las que mato y las que no, y no se que hay de malo en CAZAR, haciendolo con dos cojones. y no me meto para nada en los frutos.
    Esto ya era lo que me faltaba por leer, y seguro que mi problema es que llevo boina.
    Agur

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Miguel Ángel Romero Ruíz, informático de profesión y tanto cazador como pescador de vocación. Miguel Ángel es, ante todo, un hombre que ama al Mundo Rural en todas y cada una de sus dimensiones. Nació en mayo de 1951 en Fuente Andrino (Palencia) y lleva más de 40 años fuertemente arraigado en Euskadi. Es un amante incondicional de las culturas autóctonas y por ende de las cazas tradicionales.

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