Muchos somos los cazadores que suspiramos cada domingo por un buen día de caza de perdiz, repasando mentalmente cada lance anterior, cada vuelo, cada error… intentando mejorar día a día para alcanzar la perfección de la reina del campo de esa ave gregaria de mediano tamaño que nos quita el sueño.
Soñando con su inconfundible canto, sus patas rojas, con ese plumaje que la hace única y con ese puchero que hará grandes nuestros triunfos… pero que es lo que está ocurriendo con nuestra querida patirroja, la escasez de su presencia en nuestros campos en comentado a lo largo y ancho de toda la geografía española, muchos son los comentarios al respecto, pero la gran mayoría coinciden en una misma idea, las nuevas formas de agricultura, la alimentación, los tratamientos del campo y la proliferación de alimañas está potenciando la desaparición a pasos agigantados de la perdiz salvaje.
(Alectoris rufa), como científicamente se la conoce, está dejando de ser una realidad de los campos españoles para pasar a ser una leyenda presente en todas las historias cinegéticas contadas al calor de una buena lumbre.
Como cazadores y por lo tanto amantes de la naturaleza, debemos detenernos a pensar que queremos para nuestro futuro cinegético y tomar medidas, educar al nuevo mundo rural en el antiguo mundo rural, avanzar sin decrecer, en una palabra conservar…
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