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El cebo natural, contra las cuerdas

La pesca con caña se inició con los cebos naturales. Es el sistema más simple y natural: aprovechar aquello que tenemos a mano para tratar de engañar al pez utilizando directamente lo que come. Con el tiempo se fueron ideando otros tipos de señuelos, los artificiales, que imitan o no a los naturales, pero para conseguir idéntico fin: la captura del pez. Ha pasado muchísimo tiempo desde su origen, pero sin embargo, el empleo de los cebos naturales no ha perdido vigencia y aún es usado por una proporción muy alta de los pescadores. Aunque su pervivencia está ahora en serio peligro.

Antes de empezar, conviene señalar qué engloba aquello de «cebo natural». Cuando hablamos de artificiales, nadie duda de la enorme diversificación que entraña este grupo: cucharillas, moscas, poppers, rapalas… Pero lo cierto es que el cebo natural hace referencia a un grupo igual de grande y variado, sino más. Cada cebo empleado tiene sus técnicas y formas de pescar. Entre todos ellos, destaca sin duda la lombriz, la «reina» de este grupo. Utilizada mundialmente y para todo tipo de situaciones, aunque destaca su utilidad en las corrientes, sobre todo si hablamos de truchas. Gracias a ella existe el conocido refrán A río revuelto, ganancia de pescadores, ya que es con las aguas turbias cuando encuentra su mayor eficacia, al ser en esos momentos de crecidas cuando más lombrices llevan los ríos y menos posibilidad tienen los peces de verte. En estas condiciones no funcionan igual los artificiales, ni otros naturales. Otro cebo digno de mención sería el mamalo, esa larva de tricóptero que realiza sus «casitas» con las piedrecillas del lecho de los ríos. Al contrario que el anterior, con éste se pesca mejor con los ríos tranquilos y las aguas claras. Tampoco tiene nada que ver aquel que utiliza los saltamontes, haciéndolos brincar en la superficie del agua; o el que va a «txipa» (piscardo), buscando los grandes morlacos (truchas de grandes dimensiones) en las crecidas. Esta última modalidad, aunque la mayoría la hemos «practicado» con torpeza en nuestros inicios en los ríos, al capturar un pequeño ezkailu (piscardo) con el corcho y una bolita de pan, ha sido muy popular en Navarra hasta tiempos recientes. Pero no se queda aquí la cosa, y para repasar todos necesitaríamos varios artículos: gusarapas, escarabajos, orugas, plecópteros, grillos, asticot, bicho suizo, tenebrios, algas… tantos como diversa es la dieta de nuestra fauna ictiológica, tanto terrestres como acuáticos. Cada uno tiene su sistema y aparejos, y pequeños trucos que solo los que practican esas modalidades conocen.ç

Pero todo este patrimonio cultural está en peligro, al menos en lo que a la trucha se refiere. Desde la propia Administración se reconoce, y lo reiteraron en el consejo territorial de pesca alavés de este año, que la pesca no es el principal problema, ni mucho menos, ni de los ríos ni de la trucha. Eso ya lo sabemos también nosotros, solo hace falta fijarse en el declive de otras especies de nuestros ríos con escasa o ninguna presión de los pescadores: loinas, piscardos, sarbos, anguilas… y también el de otras que no son ni siquiera peces ni se alimentan de ellos, pero habitan los ríos: náyades, ratas de agua… Sin embargo, muy a menudo parece que solo se aprieta al pescador, siendo los más afectados los que utilizan el cebo natural. En nuestro entorno, por ejemplo, en Bizkaia y Araba se ha impuesto la utilización de anzuelos de gran tamaño, dificultando mucho ejercer esta modalidad. Esta norma se justifica en que las truchas pequeñas tienen mayor dificultad para tragar un anzuelo grande. ¿Pero qué pasa cuando lo tragan? Más adelante explicaré este punto. En Gipuzkoa, por el contrario, aunque de momento no han puesto límites en ese aspecto, sí que se prohíbe expresamente la utilización e incluso ¡la recolección! de todo tipo de cebos acuáticos. Por lo que los pescadores de este territorio no pueden usar, ni recoger para pescar en otras zonas que sí lo permiten, una gran gama de cebos. Esto afecta, sobre todos, a los mamaleros, muy numerosos en Gipuzkoa. En Araba incluso han ido más allá y directamente está prohibido el uso de todo tipo de naturales en todos sus cotos.

Pero, y ¿por qué todas estas restricciones? El empleo de este tipo de cebos conlleva un riesgo: a diferencia de con los artificiales, que las truchas suelen escupir por ser poco apetecibles, si pueden, los naturales a menudo se los tragan, algo que reduce su posibilidad de sobrevivir al lance. Sobre todo si se pesca «a fondo», esa imagen tan típica del pescador sentado a la orilla del agua con la caña echada y apoyada en algún palo o sobre modernas varillas metálicas. De esa manera el pez tiene tiempo para tragar y la picada suele notarse una vez que ya lo ha hecho. Pero también se puede pescar con cebo natural, y así lo practican muchos, con la caña en la mano, lo que sería «al salto» en términos cinegéticos y que trasladándolo al río pudiera llamarse «a la corriente». En esta variante, es más fácil abordar esta problemática. La clave está en imitar lo que ocurre cuando usas un cebo artificial: evitar que traguen. ¿Cómo? Tirando muy pronto. También resulta clave el anzuelo. La legislación actual se centra en el tamaño, pidiéndolos grandes, cuando en realidad, a pesar de que les cuesta más tragarlos, esto ocurre y suele conllevar la muerte de la trucha precisamente por su gran tamaño. Es mucho más eficaz utilizarlos pequeñitos y, sobre todo, sin arponcillo. Esto último es fundamental y debería incluirse en todas las órdenes de vedas.

De todas formas, el mayor golpe para los de cebo natural viene ahora: En Araba, si no cambian las cosas, se va a prohibir la pesca de la trucha con cebo natural para la próxima temporada. Debemos tener en cuenta que la situación de este pez es muy delicada en este territorio histórico. Muchos son los factores que influyen: las especies invasoras (lucio, perca, black bass, lucioperca…), la agricultura intensiva (uso de pesticidas, insecticidas… que acaban en los ríos y acuíferos), la alteración de los cauces, los vertidos, los escasos caudales estivales… pero ¡ojo! También la pesca. No podemos pensar que nuestra actividad es inocua, y cuánto peor sea la situación de la trucha, más dañina puede ser. Por ello, los pescadores debemos ser los primeros en mimarlas, que nadie lo hará sino. Debemos ser responsables y si pescamos sin muerte, menor será nuestro impacto. Pero querer llevarse alguna trucha de vez en cuando es perfectamente entendible y sostenible, para eso están los cupos y las tallas, que han de respetarse. Y bajarse cuando sea preciso.
Ante esta situación, la Administración alavesa pretende imponer la pesca ‘sin muerte’ como única admitida en los ríos trucheros, y vedar este salmónido en todos los demás. Esta medida, de ponerse en marcha, se llevará por delante a todo el colectivo de pescadores de trucha con cebo natural, pero también a algunos artificiales: devones, peces artificiales, vinilos… ya que la legislación actual solo admite moscas y cucharillas de un solo anzuelo, sin arponcillo, para pescar sin muerte. Esta resolución demuestra la escasa sensibilidad  de la Administración hacia todo este colectivo, mayoritario en Araba.  Además, se niega a alargar la temporada de pesca incluso siendo sin muerte, como se ha hecho en otros territorios limítrofes, de hecho la van a acortar y la de 2014 ni siquiera llegará a los tres meses. Esperemos que se de marcha atrás a esta iniciativa, aunque nadie debe dudar de que debe haber restricciones; la mala situación, agravada por un pésimo año de cría, así lo exige. En caso contrario, ojalá los pescadores puedan adaptarse hacia la pesca de ciprínidos o hacia otras modalidades, para que al menos no tengan que colgar la caña tras tantos años y generaciones de pasión por el río.

Iker Novoa Fariñas es el actual responsable de Pesca Continental de ADECAP GAZTEAK.

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0 Commentarios

  1. Vicente
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    El problema no son las normas ni las leyes. El problema no es que unos cuantos quieran llevase unas cuantas truchas a casa. El problema real es la cantidad de animales con gorra y botas que pueblan nuestros rios. Son dificiles de reconocer porque no lo van pregonando. Pero en su fuero interno todos consideran justificable su conducta. Arrasan con lo que pillan y faltos de intelecto y lógicamente de conciencia, con achacar al politico de turno la falta de peces creen justificarse. Y ante esto, desgraciadamente, sólo hay una manera: prohibición al canto, denunción al canto y a pagar unos por otros. Una pena. Solo consuela pensar que quizá en unas pocas decenas de años todos estos hayan muerto y las nuevas generaciones tengan más «sesera».

  2. MikelBarrios
    0

    Muy interesante Iker, ya sabes que no soy muy pescador pero la verdad es que está bien explicado y se entiende a la perfección.

  3. Mikel Zarobe
    0

    Hola Iker. Me ha encantado el artículo. ¡Enhorabuena! ¡Sigue así!

  4. Julen REkondo
    0

    Excelente artículo, Iker. Estoy muy de acuerdo en todo lo que dices. Por mi parte, en algún otro artículo me he pronunciado a favor de la `pesca sin muerte´. Concretamente, cito unos párrafos de mi último artículo publicado en la revista Desveda, formato papel: ???.???los resultados obtenidos en estos más de veinte años de pesca sin muerte son, al menos, esperanzadores, aunque no sorprendentes. Son muchos los factores que dañan a nuestros ríos, pero principalmente destacaría los vertidos de todo tipo, la desaparición de los bosques de ribera, las canalizaciones, etc., aunque también haya que tener en cuenta el hecho de que `la caña hace algo de daño´, aunque insignificante frente a los problemas anteriormente enumerados. Desde el punto de vista moral, el pescador ha tomado conciencia en las últimas décadas de que no todo lo que es capaz de conseguir del río lo va a emplear para el consumo propio. Esto, unido al incesante número de aficionados que llegan y se interesan por la pesca, ha terminado por acomodar en la conciencia de cada uno la idea de ???¿por qué llevármelo si puedo volver a pescarlo mañana y seguir disfrutando de mi actividad de ocio favorita????. No obstante, esto que planteo, no quiere que pueda haber excepciones, como las que señalas en tu artículo, Iker. Un abrazo.

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Iker Novoa Fariñas es el actual responsable de Pesca Continental de ADECAP GAZTEAK.

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