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Otoño

Finalizado el verano, hay que despedirse, no sin pena, de la playa, los baños y otras atracciones propias de dicha estación. El otoño trae consigo otras diversiones entre las cuales se destaca, la caza, las setas, y la recogida de frutos silvestres como las castañas y las nueces.

Los cazadores en nuestras tierras son muchos, (cuanto menos caza, más afición) que preparan sus escopetas, cartuchos y demás pertrechos. Se sienten ansiosos para dedicarse a la pasa y echar unos tiros a las malvices y a sus añoradas palomas torcaces, después ya vendrán las “reinas”, las estimadas ollagorras.

Las uxoas cuando creen llegado el momento oportuno, entre San Miguel (29-9) y San Martín (11-11) de M a M, entran por sus zonas predilectas,  por los pasos de nuestras montañas, con mayores o menores desviaciones según soplen los vientos. Desde luego, siempre con viento del sur. Por el Pirineo inicia (Sara, Bera, Etxalar, Valcarlos) el paso y travesía, siguiendo las líneas de Oiartzun, Leiza. Tolosa, Zegama, más o menos, con desviaciones según sople con intensidad el viento, desplazándolas hasta la costa del mar Cantábrico.

Era costumbre entre las cuadrillas de cazadores que acudían a los pasos, el no disparar a los primeros bandos de la mañana, para que no se desviaran de la dirección que habían tomado inicialmente, para, a continuación, colocarse agrupados en las paradas donde pasaban. El flujo de las palomas se mantenía mientras no cambiara el tiempo. El día siguiente es ya otra historia.

En la modalidad del pase, donde se dispara al vuelo, y en lugares y sitios de paso tradicional, los puestos son en púlpitos de árboles frondosos y con buenas vistas o en cajones ubicados en los altos de andamiajes con escaleras y camuflados, así como en parapetos cubiertos de ramas y helechos. La espera está siempre llena de ilusión y esperanza para la pasa de las codiciadas torcaces, las cuales poseen una vista privilegiada para distinguir los objetos que se mueven o se destacan por sus reflejos de luz, pues cuando no se está con la  atención adecuada y nos distinguen, se elevan en altitud o desvían la trayectoria, haciendo inútil la espera.

Como anunciábamos, el otoño tiene en nuestras tierras, por sus características geográficas y clima, el placer que proporciona en sus hayales y robledales la recolección de setas, maravillosos frutos que brotan normalmente después de las lluvias. Los paseos con cachaba y cesto de mimbre no tienen parangón con la alegría que ofrece el hallazgo de un onto-beltz, ziza- hori o gibel urdiña. Como cazador lo comparo muchas veces, a cuando mi setter se petrifica en el monte y espera mi llegada, y para que cuando se levante la ollagorra vuele con los tiros fallados, y me mire el “socio” con esos ojazos, reflejos de la expresión por el cale y me llame “bobo” a su modo.

Finalmente tengo que decir que la vanidad, y el amor propio juegan un papel importante en el deporte cinegético, hasta el extremo, que muchos cazadores poco deportivos, por temor a hacer el ridículo y volver de vacío, son capaces de hasta comprar en las pollerías.

En el pecado llevamos la penitencia.

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0 Commentarios

  1. Gazte bat
    0

    Romero, s te echa de menos por aki. sldos

  2. Miguel Ángel Romero Ruíz
    0

    Mi querido y docto amigo Juan, no estoy contestando en mis blogs por encontrarme superliado con los medios de comunicación con los que colaboro. Tengo encima la temporada palomera, y encima tengo que preparar una ponencia con todo lujo de detalles. Pero no por todo ello he dejado de admirar: tu prosa, tus conocimientos y el indiscutible amor a la Tierra que te vio nacer.
    Agur bero bat.

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